Varias calles atrás que rodean las inmediaciones del Congreso de la Unión lucen vacías. Muchos de los comercios están cerrados, mientras los de comida corrida atienden, en su mayoría a los policías de la Secretaria de Seguridad Pública que están de guardia detráss de las vallas metálicas que conforman el cerco.

La señora Ana Lilia Cabrera rompió en llanto, cuando un policía le explicaba de una y otra forma que no podía pasar para llegar a su casa.

La mujer comenzó a caminar desde el Metro Aeropuerto acompañada de sus hijos Mariana y Rafael que ya también se muestran fatigados de tanto caminar y no poder llegar a su casa. Por el calor y el esfuerzo, la madre sintió mareos mientras que sus hijos le manifestaron su deseo de comer.

?Y entonces hasta qué hora voy a poder pasar para llegar a mi casa? ¿preguntó al oficial y este respondió, hasta que termine el informe.

Con un gesto más de hartazgo y desesperación, Ana Lilia le dijo a sus pequeños: ?Vámonos a la casa de don Juan, ahí nos quedamos y haber si nos invita a comer?.

Las calles que rodean el palacio legislativo provocan inactividad, al grado de que en la explanada de la delegación Venustiano Carranza trabajadores de la misma emplean su tiempo libre en un partido de futbol frente a la estatua del constituyente.

grg