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Perfil del príncipe Rainiero III

Rainiero encantó no sólo a los habitantes de su principado del Mediterráneo sino a todo un mundo, que lo vio como el príncipe soñado cuando desposó a la bella actriz hollywoodense Grace Kelly
París, Francia | Miércoles 06 de abril de 2005 Notimex | El Universal07:30

El príncipe Rainiero III, el hombre que convirtió a Mónaco en un próspero centro turístico de la costa mediterránea, murió hoy a los 81 años luego de una existencia considerada un cuento de hadas con un trágico final.

La alarma por el estado de salud de Rainiero creció a fines de marzo pasado, cuando ingresó a la unidad de cuidados intensivos del Centro Cardio Torácico de Mónaco por una recaída en un padecimiento broncopulmonar que se complicó con fallas cardiacas y renales.

Mónaco se vio ensombrecido por los reportes oficiales que por primera vez reconocieron la gravedad de Rainiero, el monarca europeo con más años en el trono (55), hospitalizado desde el 7 de marzo y que tras su recaída vivió conectado a un respirador artificial.

Rainiero encantó no sólo a los habitantes de su principado del Mediterráneo sino a todo un mundo, que lo vio como el príncipe soñado cuando desposó a la bella actriz hollywoodense Grace Kelly.

La historia de Rainiero Louis Henri Maxence Bertrand de Grimaldi comenzó el 31 de mayo de 1923, en el seno de una familia que por siete siglos ha gobernado a ese Estado, el segundo más pequeño del mundo.

Hijo de la princesa Charlotte de Valentinois y el conde Pierre Polignac, Rainiero, haciendo honor a su linaje, estudió en los más prestigiados colegios de Reino Unido, Suiza y Francia antes de integrarse al ejército francés como extranjero en servicio en 1944.

En ese mismo año, la princesa Charlotte abdicó en favor de Rainiero, aunque éste no subiría al trono sino hasta 1949, a la muerte de su abuelo, el príncipe Louis II, y así se convirtió en la cabeza de un pequeño principado hasta entonces poco recordado.

Convertido ya en el monarca número 31 de Mónaco, un sitio más pequeño que el Parque Central de Nueva York, Rainiero comenzó a escribir su propia historia al transformar ese sitio en un centro turístico y bancario que atrae a miles de turistas cada año.

Sin embargo, la historia del príncipe no estaría completa sin su respectiva dama, y ésta llegó a su vida en 1955, cuando Rainiero III asistió al festival cinematográfico de Cannes en Francia y quedó prendado de la belleza de la actriz estadunidense Grace Kelly.

El carisma de Kelly ya había sido objeto del culto cinematográfico, y en especial de la mirada del afamado director Alfred Hitchcock, quien la convirtió en su diva y la inmortalizó en filmes como "To Catch a Thief" (Atrapar a un Ladrón).

El encuentro entre el príncipe y la estrella de Hollywood dio lugar a un apasionado y breve romance que alcanzó su clímax el 19 de abril de 1956, cuando ambos llegaron al altar de la catedral de San Nicolás para unir sus vidas en matrimonio. La unión del monarca con una bella joven oriunda de Pensylvannia, que se convirtió en la princesa de Mónaco, atrajo la atención de la prensa internacional que calificó aquella historia como el cuento de hadas perfecto, pero aún estaba lejos de terminar.

Rainiero y su esposa procrearon tres hijos, siendo la primera la princesa Carolina, nacida el 23 de enero de 1957, que fue seguida por la llegada al mundo del príncipe Alberto el 14 de marzo de 1958 y por último Estefanía, quien vio la luz el 1 de febrero de 1965.

Sin embargo, la unión idílica llegó a su fin en 1982 cuando la princesa de Mónaco perdió la vida en un accidente automovilístico y al que logró sobrevivir Estefanía.

La dramática muerte de la princesa revivió la leyenda del siglo XIX acerca de la maldición que pesaba sobre los Grimaldi, según la cual una gitana despechada y despreciada por el príncipe Rainiero I aseguró: "Ningún Grimaldi encontrará la felicidad en el matrimonio".

Tras la muerte de Grace Kelly, el príncipe se sumió en una profunda depresión que lo fue apartando de la vida pública, al tiempo que sus dos hijas se convertían en objeto de fascinación de la prensa amarilla con sus escándalos juveniles y agitada vida romántica.

La atención se centró de manera especial en Estefanía, quien se convirtió en protagonista de una alocada vida llena de fiestas y variados romances, pasando por una etapa adolescente en la que se manifestó dispuesta a dedicarse al canto e incluso lanzó un disco.

Carolina llamó también, de manera poderosa, la atención de la prensa internacional que alababa su belleza y la consideraba la contraparte de su alocada hermana, distinguiéndose por ocupar el papel de su madre -la fallecida Grace Kelly- en los eventos públicos.

Ambas princesas convirtieron a Rainiero en abuelo de siete niños, cuatro de Carolina y tres de Estefanía, mientras que el príncipe Alberto, quien no tiene hijos aún, se convertirá en el próximo monarca de Mónaco.

La presunta maldición de los Grimaldi se volvió a manifestar años más tarde en la vida de la princesa Carolina, cuando su esposo y padre de sus tres hijos mayores, Stefano Cassiraghi, perdió la vida de forma trágica durante una competencia acuática.

La vida amorosa de Estefanía no pareció estabilizarse aún después del nacimiento de sus hijos, siempre acompañada de sonados y constantes divorcios y separaciones.

Los sinsabores y escándalos en torno a la vida de sus hijos alejaron a Rainiero del ojo público y pronto se sumió en una larga historia de enfermedades, en especial a causa de un problema cardiaco que en repetidas ocasiones le llevó al hospital.

Sin embargo, en los últimos años el estado de salud del hombre que convirtió a Mónaco en un próspero centro turístico fue en deterioro, en especial entre diciembre de 2003 y febrero de 2004, periodo en el que tuvo que ser hospitalizado en tres ocasiones.

Antes de su última recaída, que lo llevó a la muerte, Rainiero III ingresó al hospital en noviembre del año pasado.

cc/grg



 

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