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Secuestros a la baja

Los grandes 'capos' del secuestro son cosa del pasado: PGR
Ciudad de México | Lunes 17 de noviembre de 2003 Silvia Otero | El Universal

El secuestro en México como fenómeno del crimen organizado ya es cosa del pasado, asegura José Luis Santiago Vasconcelos, titular de la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO), de la Procuraduría General de la República (PGR).

A los embates de las autoridades para desmantelar a estas bandas sobreviven sólo dos que pueden ser consideradas como organizaciones criminales de impacto, aunque las cifras revelan que este año se han perpetrado 143 plagios.

Sin embargo, el funcionario advierte que atrás quedaron los nombres de Daniel Arizmendi, Andrés Caletri, Marcos Tinoco El Coronel , los pilares de una industria que se volvió casi igual de rentable que el narcotráfico.

Hoy día no hay una figura que controle este ilícito y se sume al nombre de estas tristes leyendas.

Dos décadas después de que las organizaciones criminales "evolucionaron", pasaron del robo de vehículos y de los asaltos bancarios a las privaciones ilegales de la libertad, las autoridades afirman que el tiempo de los días en cautiverio, de las negociaciones, de la tortura a las víctimas, de las "pruebas de vida" y pagos de rescates millonarios, están a punto de convertirse en historia.

El último símbolo de esa época, Liborio Colín Domínguez, quien a lo largo de 20 años hizo del secuestro su forma de vida, fue capturado el pasado 14 de octubre, con lo que las autoridades dan por cerrado un capítulo de violencia y plagios en el país.

Por ello, el subprocurador señala: "Yo me atrevería a decir que en un par de años vamos a estar en un nivel de una manifestación, cuando mucho, de diez, quince secuestros al año, cuando mucho, ya en una forma exagerada".

Sólo están operando de forma aislada algunas células, de las organizaciones que ya han sido desmanteladas, que son más fáciles de capturar, advierte.

Reconoce además que las procuradurías locales han contribuido a estos resultados, pues la privación ilegal de la libertad es un delito del fuero común.

"El liderazgo de la Procuraduría ha traído como consecuencia reacciones muy positivas de otras procuradurías y en la medida en que éstas cumplan con su trabajo, son eficientes, nos encontramos coordinados, los ayudamos, intercambiamos información e investigación".



La génesis

El asalto a negocios, joyerías, fábricas y hoteles puso en la escena criminal a Andrés Caletri como líder de una peligrosa organización. Era 1981, el inicio de la carrera delictiva que después lo llevaría a ser uno de los secuestradores más importantes del país.

Un año después se integró a la organización que comanda Alfredo Ríos Galeana, especializado en asaltos bancarios violentos, una sociedad que los ubica en 1986 como miembros de una de las bandas más peligrosas que operaba en el Distrito Federal y el Estado de México.

Antes, personajes como Liborio Colín, Modesto Vivas Urzúa, conocido como La Víbora y Benito Vivas Ocampo El Viborón convierten Tlayca, Morelos, en su centro de operaciones en 1984, y comienzan una de las carreras criminales más duraderas en el secuestro.

Sin embargo, durante esa década este delito no es todavía la industria ilegal rentable que llegó a ser durante los años 90, los plagios de empresarios como Jorge Sekiguchi, perpetrado el 23 de agosto de 1984, están vinculados con organizaciones como el Procup, más que con bandas.

Estas organizaciones aparecieron más tarde con plagios como el de los empresarios Joaquín Vargas Guajardo y Jorge Espinoza Mireles, en 1989, entre los más escandalosos de esa época.

De acuerdo con un estudio de la historia del secuestro en México, elaborado por la Agencia Federal de Investigación (AFI), es hasta 1990 cuando surgen personajes como Daniel Arizmendi, pero para ese momento sólo se le vincula con el robo de vehículos a gran escala.

En 1991 a nivel nacional se registra un incremento importante en los asaltos bancarios y a negocios, que obliga al combate de las organizaciones y varios miembros son detenidos, pero el resto encamina sus esfuerzos a otro "negocio": las privaciones ilegales de la libertad.

Este delito comienza a tomar auge en 1992, sobre todo en los estados de Morelos, Guerrero, Estado de México, Michoacán, Puebla y Distrito Federal, con personajes como Liborio Colín y Andrés Caletri, quien ese año en una fuga masiva logra escaparse del penal de Santa Martha.

Aunque en los primeros años de esta década los secuestros ligados a grupos armados son los más preocupantes, como fueron los casos de los empresarios Alfredo Harp Helú, en 1991 y el de Ángel Lozada Moreno, en 1992, por los que el Ejército Popular Revolucionario (EPR) cobró 40 millones de dólares como rescate.



La década de los 90

Durante el primer bienio las organizaciones especializadas en el secuestro las encabezan Liborio Colín y Modesto Vivas Urzúa, y es debido al impacto de sus actividades y de otras bandas menores que en 1994 se crea la Unidad de Investigación Especial para la Atención de Secuestros del Grupo de Coordinación (GAT).

En ese mismo año Vivas Urzúa, "El Víbora", fue capturado, pero el golpe no tiene mayor impacto, pues para 1995 aparece en escena como secuestrador Arizmendi López, "El Mochaorejas", y toma auge la organización de Caletri, quien en diciembre se fuga junto "El Víbora" y 12 miembros más de sus bandas del Reclusorio Oriente.

Ya en 1996 la organización que conformaron los prófugos, se dividió en dos bandas, por diferencias de mandos: "El Víbora" comanda su grupo que opera en el Distrito Federal y Morelos; mientras que Caletri se refugia en Morelos y desde ahí encabeza secuestros y bancazos.

Liborio Colín sigue operando por su cuenta en Morelos, y en Guerrero se detecta una nueva organización que se extiende al DF, Guadalajara, Guanajuato, Veracruz, Oaxaca y Toluca, que lideran Pedro Barragán, Abel Díaz Lucas y Andrés Moreno Tabares, que con el tiempo se convertiría en una de las más violentas.

Los líderes más importantes como Caletri y Arizmendi continúan con sus operaciones para 1998 y surgen otras organizaciones peligrosas como la de Los Ponchos ; pero ese mismo año El Mochaorejas y 33 integrantes de su banda es capturado, lo que coincide con el desmembramiento del grupo de Pedro Barragán.

Ya para 1999 la organización de Caletri también es desmantelada junto con la de Los Ponchos , por lo que según este análisis de AFI "se logró abatir el delito de secuestro en las entidades de mayor incidencia donde operaban éstas".

Sin embargo, ese mismo año surge la organización de Marcos Tinoco Gancedo El Coronel , a la que se integran algunos miembros de la banda de Caletri.

Aunque surgen otras organizaciones menores, para el 2000 comienza el desmantelamiento de las grandes bandas, ahora sólo células menores son las que operan.



 

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