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En riesgo, plan contra la sequía

Liliana Alcántara| El Universal
Domingo 11 de marzo de 2012
En riesgo, plan contra la sequa

TESOROS. El Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias tiene un campo experimental en Iguala, Guerrero, donde hay sembrados unos 10 mil tipos de maíz. Algunas mazorcas tienen hojas enroscadas para no perder agua. (Foto: YADÍN XOLALPA )

Expertos y productores acusan falta de dinero para generar maíz resistente al clima adverso

liliana.alcantara@eluniversal.com.mx

IGUALA, Gro.— La estrategia nacional que ideó el gobierno mexicano para prevenir mayores efectos de la sequía en la siembra del maíz, está en riesgo por la falta de recursos económicos y humanos.

En el norte de la república, donde la escasez de agua es más grave, el plan gubernamental está detenido. Así lo advierten científicos que tienen en sus manos el desarrollo de investigaciones enfocadas a salvar la producción de uno de los alimentos de mayor importancia y consumo para los habitantes del país.

La Secretaría de Agricultura reporta que la sequía ha provocado en el último año pérdidas económicas cercanas a 9 mil millones de pesos, y que sólo en Sinaloa —principal productor de este grano— la mitad de las cosechas se perdieron, con un total de 100 mil hectáreas devastadas. Esto ha obligado al gobierno mexicano a establecer un plan emergente para el que se han destinado 33 mil 827 millones de pesos.

“Un programa nacional enfocado exclusivamente a encontrar una semilla de maíz resistente a las sequías necesita de unos 100 millones de pesos, dinero que hasta ahora no nos han otorgado las autoridades. Además, encontrar una semilla resistente a la sequía y empezar a comercializarla nos podría llevar de ocho a 10 años, pero a veces nada más nos dan recursos para dos o tres años y después tengo que parar porque no hay apoyo y esto requiere de constancia, de continuidad, no se puede parar”, dice el experto Noel Gómez.

El científico del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP), perteneciente a la Secretaría de Agricultura (Sagarpa), encabeza una investigación en un campo experimental de Iguala, Guerrero, que tiene como finalidad encontrar una semilla de maíz resistente a la sequía.

Desde los 80 lleva a cabo sus experimentos, pero éstos han tenido que suspenderse en varias ocasiones por la falta de dinero.

“Ahorita en Iguala somos los únicos que estamos trabajando, porque en el norte del país también se hicieron experimentos pero están detenidos porque no hay personal”, comenta el especialista.

Científicos, académicos y organizaciones agrícolas alertan que la situación empeorará si no se toman medidas como apoyar a pequeños y medianos productores, mejorar el manejo de los sistemas de riego y el uso de tecnologías.

Las investigaciones

Proyecciones hechas por el Instituto Nacional de Ecología (INE), el Instituto de Ciencias de la Atmósfera de la UNAM, el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo y el propio INIFAP —sobre las afectaciones que provocará el cambio climático en el cultivo de maíz— alertan que para 2020 se reducirán las zonas aptas para su cultivo, principalmente en Sonora. Para 2050 advierten daños en 29% de la superficie apta.

Esto obedece a que 80% de la siembra de maíz en el país es de temporal, es decir, que depende del comportamiento de las lluvias, y el otro 20% ocupa agua de riego, que está en creciente desabasto, comenta Josefina Vázquez, investigadora del Grupo de Estudios sobre el Cambio Climático de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

Algunas instituciones académicas como el Centro de Investigaciones y Estudios Avanzados (Cinvestav) y empresas extranjeras realizan esfuerzos aislados para dar al clavo en esta materia, pero hoy, casi 25 años después de que iniciaran las investigaciones, no hay en el mercado nacional una semilla de maíz que sea resistente a la sequía.

Quienes al parecer están adelantadas en la generación de una semilla tolerante a la falta de agua son las empresas transnacionales.

Monsanto, una compañía que también se dedica a la fabricación de maíz transgénico, es la que más ha invertido en la materia.

Pero el proyecto de los científicos mexicanos del INIFAP no tiene nada que ver con los polémicos granos transgénicos, pues las pruebas para fortalecer las semillas se realizan en campo con maíz nativo y de la manera tradicional, sin ninguna manipulación genética en laboratorio.

Héctor Mayagoitia, químico bacteriólogo y coordinador del Programa Ambiental del Instituto Politécnico Nacional (IPN), destaca que este tipo de estrategias como la que desarrolla el INIFAP podrían salvar al país de una eventual crisis alimentaria porque, de acuerdo con las proyecciones internacionales sobre cambio climático, para 2050 podría aumentar dos grados la temperatura del planeta, y si esto ocurre, grandes extensiones de tierra que todavía son cultivables, desaparecerán.

La cuenta regresiva

En dos hectáreas del campo de experimentación de Iguala hay sembrados unos 10 mil tipos distintos de maíz. A simple vista resaltan más algunas mazorcas que otras. Unas son más frondosas y verdes; otras son chicas y un poco amarillentas y con hojas enroscadas. “Este es un mecanismo de protección de la planta para no perder agua”, explica el doctor Noel Gómez.

Su equipo de trabajo ha hecho experimentos cruzando los distintos tipos de semilla y formando híbridos que son observados durante su crecimiento. “En un mes, cuando comiencen a florear, empezaremos a simular sequías para ver cuáles sobreviven, y esas mismas se tienen que exponer nuevamente a distintas pruebas hasta obtener unas que verdaderamente sean resistentes, porque sacar al mercado una semilla que no haya pasado todas las pruebas podría poner en entredicho el prestigio del instituto y de la Sagarpa”, dice el especialista.

La cuenta regresiva en esta carrera por encontrar la mejor solución para la preservación del maíz en condiciones cada vez más adversas comenzó desde 1985.

“En ese año se trabajó a nivel nacional un programa contra la sequía y se obtuvieron algunas semillas resistentes, pero por falta de recursos se tuvo que suspender y el producto se perdió. En los 90 se abandonó el tema de la sequía y el gobierno prefirió apoyar las investigaciones enfocadas a fortalecer los granos de mayor potencial productivo”.

“Hace apenas tres años —explica Gómez— se planeó un programa nacional con nosotros y varias instituciones académicas, pero por alguna razón no se echó a andar. Se cree que el programa de MasAgro retoma ese proyecto que fue abandonado, pero no trata de manera específica el desarrollo de semillas resistentes a sequía, sino que abarca otros aspectos. Aquel proyecto sólo se enfocaba a sequía y se habían pedido 100 millones de pesos para desarrollarlo. Hoy trabajamos con 400 mil pesos”.

El 5 de abril de 2011, el gobierno mexicano presentó el programa Masacro, para apoyar el desarrollo de semillas no transgénicas de maíz y trigo resistentes a sequía y plagas. El descubrimiento de la Diversidad Genética de las Semillas está a cargo del INIFAP y del Cinvestav, y para ello el gobierno federal aportaría 71.9 millones de dólares durante 10 años.

Según se puede leer en la página electrónica http://masagro.cimmyt.org/index.php/ique-es-masagro, en el año 2012 “tanto el Cinvestav como el INIFAP ya estarán contribuyendo a la caracterización de los recursos genéticos a nivel molecular y fenotípico”. Al menos ahora, los científicos del INIFAP no disponen de esos recursos y por ello tampoco están en condiciones de avanzar de manera acelerada.

Cerebros “desmotivados”

Además de la falta de dinero, el INIFAP padece por la insuficiencia de personal. Aristeo Barrios, director del campo experimental de Iguala, dice que desde el año pasado hay una desbandada de científicos en todo el país que, desmotivados, se han ido con el retiro voluntario. “De 100 que había el año pasado, quedan 25 científicos”, comenta.

Los que no paran son los cambios repentinos de clima. Noel Gómez ha observado que los periodos de siembra se reducen. “Cada año se sabía que entre el 20 de julio y el 10 de agosto había un periodo de sequía, pero ahora duran más. También antes veíamos que cada cinco años había un año seco. Hoy ya no se sabe cuál es el año bueno o el malo”.

Carolina Ureta, científica del Instituto de Biología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), ha pronosticado en su investigación Efectos del cambio climático sobre la distribución del maíz mexicano y sus parientes silvestres, que para el año 2030 habrá una reducción de 15% en los campos de cultivo de maíz, y de 30% para 2050.

La experta considera que el impacto del cambio climático será diferenciado, porque hay semillas que perecerán, pero otras que podrán desarrollarse sin contratiempos.

Carlos Salazar, secretario general de la Confederación Nacional de Productores Agrícolas de Maíz de México, duda que —si persiste la falta de apoyos gubernamentales— para el año 2040 los pequeños y medianos productores puedan garantizar un abasto de grano suficiente para cubrir las necesidades de alimentación de los mexicanos.

Tan sólo en 2011, comenta, se produjeron 19.5 millones de toneladas de maíz, de los 25 millones que antes se producían.

Mientras tanto, Noel Gómez continuará con sus experimentos. “La única ventaja es que no estamos partiendo de cero, ya hay trabajo hecho, pero después de que se obtenga la semilla resistente a sequía se tiene que resolver la manera de hacerla llegar a los campesinos, porque no acostumbran a comprar semillas, y ahí el gobierno federal también tendrá que apoyar”.



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