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Una profesionista de altura

El Universal
Sábado 12 de noviembre de 2011
Una profesionista de altura

PERSEVERANCIA. Isabel Ortega Díaz se tituló como sicóloga por la Universidad Internacional, en Guadalajara, Jalisco. Labora desde hace 11 años en el DIF. (Foto: ESPECIAL )


Pocas veces se habla de la discriminación de la estatura. Isabel Ortega Díaz es la única persona de su familia que nació con acondroplasia y, para todo, tiene que levantar la cabeza y mirar hacia arriba. Mide un metro con 38 centímetros, es soltera y tiene 33 años.

Durante sus primeros años escolares la llamaban enana de circo… fenómeno cabeza grande… pero esto no fue motivo para que se “achicara”, sino que continuó estudiando hasta titularse como sicóloga por la Universidad Internacional en Guadalajara, Jalisco. Hoy se define como una profesionista autosuficiente, valiente, fuerte y preparada.

De chica soñaba con ser aeromoza (pero su estatura no daba la talla); hoy, es coordinadora del programa PAD, Atención a Personas con Discapacidad. Labora desde hace 11 años en el DIF.

No hace mucho, una mujer con acondroplasia se acercó a Isabel para decirle que no toleraba más seguir viviendo con este trastorno genético. “Intenté convencerla de que accediera a una terapia sicológica, traté de orientarla para que se acercara a las instituciones; tenía un hijo, la vi dos veces. Después supe que se había asfixiado con una bolsa de plástico”.

“Ciertamente nuestra cabeza (como personas de talla baja), siempre está por debajo de cualquier hombro. No pasaremos del metro 40; los medios de comunicación y la publicidad no han contribuido a dignificar a la persona de talla baja, y a interrumpir estereotipos negativos; y algunas personas no pueden con esto.

“Uno de los estigmas que he enfrentado es que suele asociarse talla o altura física con inteligencia, y no es así. La sociedad no debe vernos como personas desvalidas o débiles, y con este afán trabajo todos los días, en el DIF. Ahí doy testimonio de vida, ante las madres de niños que nacieron con acondroplasia. Podemos salir adelante siempre y cuando nuestras redes de familia, amigos, escuela, nos respeten como somos, pero el respeto inicia por nuestra propia aprobación”, dice.



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