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“Fue una trampa mortal”

Alberto MoralesEnviado| El Universal
Sábado 03 de septiembre de 2011
Fue una trampa mortal

. (Foto: )


alberto.morales@eluniversal.com.mx

MONTERREY, NL.— Ha pasado una semana y dentro aún huele a tragedia. El ambiente es denso, es dificil respirar, todo huele a ahumado.

En el fondo hay decenas de máquinas tragamonedas destruidas, calcinadas. No quedó nada. La estructura metálica que sostenía el plafón del techo se ve como cuando se acerca un popote de plástico al fuego. Las paredes están llenas de hollín.

Son las entrañas del Casino Royale de San Jerónimo una semana después del ataque cometido por Los Zetas, quienes amagaron a la clientela, le prendieron fuego al inmueble y provocaron la muerte de 52 personas y más de una decena de heridos.

Adentro se necesitan lámparas para poder ver. Hay cables que cuelgan del techo y en el piso una gran cantidad de hierros retorcidos.

A simple vista no se puede corroborar si hay sistema de aspersores de agua.

De los sillones rojo carmesí que se encontraban en la casa de apuestas, ahora quedan solamente los esqueletos de metal ennegrecidos.

Del lado derecho del casino están las mesas de Bingo y Black Jack, cubiertas por escombros, polvo. Algunas mesas todavía están acomodas como esperando a clientes para jugar a las cartas.

“No tengo en la mente un desastre de estas dimensiones en lo que llevo de investigador… incluso la estructura de concreto sufrió daños”, dice Cuitláhuac Salinas, subprocurador de Control Regional, Procedimientos Penales y Amparo de la Procuraduría General de la República quien recorre el inmueble.

Recorrido

En la planta alta, la escena es la misma que abajo. “Desafortunadamente el impacto fue mayor arriba. La mayoría de las personas que fallecieron (por asfixia de monóxido de carbono) las encontramos aquí, así como las personas que murieron calcinadas. Esto fue como una hoguera...”, detalla Salinas.

El funcionario federal dice que hay evidencia de salidas de emergencia y extintores, pero, sin ahondar en los detalles, asegura que serán los dictámenes periciales los que lo aclaren, “ahora sería aventurado decirlo”.

“Lo que sabemos es que había mucho material combustible: las alfombras, las mesas de madera, todo era de polietileno, muros de tablaroca, todo el fuego se esparció en los materiales que antes existían ahora como pueden ver, no quedó nada”, explica.

Salinas Martínez, quien tiene a cargo la investigación y los dictámenes periciales del caso, informa que decenas de peritos en química, fotografía, criminalística, incendios y explosivos, seguridad industrial y medicina, han rendido ya sus informes.

Pero lo más importante —agrega— para determinar las responsabilidades que puedan surgir de la investigación son los dictámenes de incendios y explosivos, que aún no se han terminado.

“El problema más grave, con motivo del incendio, fue primero que se perdió la luz, todo el lugar se llenó de humo; en la oscuridad es muy difícil desplazarse, y algunas de las personas consideraron que la mejor forma de protegerse de los agresores era ocultarse. El problema más grave no era el grupo armado, sino el incendio. Fue una trampa mortal”, explica el subprocurador.

 



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