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Con el anhelo de encontrar a Miguel

El Universal
Viernes 15 de abril de 2011

Hace nueve meses, Norma Manzano Luna comenzó la búsqueda de su esposo, Miguel Ángel Languas Escalante. No supo más de él desde el 9 de julio de 2010. “Lo último que sabemos es que llegó al trabajo, pero su patrón lo regresó y de ahí no tuvimos noticias. No llegó a casa. No hemos tenido noticias ni llamadas, nada, nada de él”, cuenta Norma a la entrada del Servicio Médico Forense (Semefo) del Distrito Federal.

La noche del miércoles, ella y su hijo de 11 años escucharon en la televisión que trasladarían a la ciudad de México algunos de los cadáveres encontrados en las fosas clandestinas de San Fernando, Tamaulipas. “Así que yo vine al Semefo para ver si, de casualidad, entre los cuerpos que lleguen de Tamaulipas, logro encontrar a mi esposo. Tenemos la esperanza de encontrarlo como sea”.

Durante 20 años, Miguel Ángel trabajó en una empresa dedicada a fabricar artículos de piel en el Distrito Federal. “Mucha gente me dice: ‘Ya no lo busques, se fue con otra’. No creo eso, porque él no puede tener un corazón tan duro para hacer sufrir a sus papás. Ellos ya están grandes y están enfermos”, afirma Norma.

Desde que desapareció Miguel Ángel, su esposa lo ha buscado en los Servicios Médicos Forenses de Toluca, Pachuca y otras ciudades cercanas al Distrito Federal. Y nada.
Esta es la tercera ocasión que visita el Semefo del Distrito Federal.

“La segunda vez lo rastrearon por las huellas dactilares, pero no lo encontramos”, comenta.
Los peritos de la PGR que atienden a los familiares que acuden al Semefo a preguntar por los cuerpos que llegaron de Tamaulipas, le dijeron a Norma que sólo estaban tomando datos de gente que había desaparecido en el norte del país, pero ella insistió. “Aunque él se perdió aquí, uno nunca sabe. Qué tal si lo secuestraron y se lo llevaron para el norte... Yo tengo que buscarlo en todos lados”.




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