Palacio de San Lázaro, un cementerio
juan.arvizu@eluniversal.com.mx
Cuando protegido con un tapaboca el diputado Emilio Gamboa (PRI) dijo que los líderes de las bancadas analizaban que sólo entren a trabajar al Palacio Legislativo 10% de los empleados, el recinto era un cementerio.
De hecho, el ausentismo laboral de empleados y de diputados fue muy alto este lunes y se incrementó luego del sismo de más de cinco grados Richter, que obligó a muchas madres trabajadoras a irse a sus casas a ver por sus hijos.
En San Lázaro este lunes ya no hubo la maratón de reuniones de trabajo, de foros, conferencias, exposiciones, visitas guiadas, que en un día regular atraen a más de 3 mil personas, además de las 5 mil que laboran en sus nueve edificios.
Desde primera hora entró en vigor una medida de control por la emergencia sanitaria: un puesto de revisión, por el cual pasaron a pie cada uno de los trabajadores, los pocos diputados concurrentes, periodistas y muy pocos visitantes.
—¿Tiene los síntomas? —preguntaba un integrante del servicio de seguridad y logística y entregaba una copia en papel con la lista de malestares que revelan el contagio: fiebre, congestión nasal, tos, que son los evidentes. El filtro detuvo a 124 empleados de la Cámara de Diputados que fueron remitidos al médico y enviados a casa.
En dos salones se hacían preparativos para las reuniones de trabajo de las comisiones de Hacienda y de la Función Pública. “A ver si hay quórum”, decían los mismos legisladores.
Con cubreboca, legisladores de la Comisión de Hacienda comenzaron su reunión de trabajo, y la televisión transmitió a circuito cerrado los rostros de los diputados semicubiertos.
Los integrantes de la Junta de Coordinación Política resolvieron sesionar martes y jueves, como en misas y partidos de futbol: a puerta cerrada.