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La tenencia como impuesto verde

POR ANDRÉS LAJOUS LOAEZA| El Universal
Sábado 28 de febrero de 2009

Desde su campaña presidencial Felipe Calderón se comprometió a abolir la tenencia. Fox había hecho lo mismo, y de vez en cuando sale un candidato del PRD o PRI que hace del tema su bandera.

No hay duda: es un tema popular entre las clases medias, que a veces asumen la abolición de la tenencia como reclamo histórico contra los males del gobierno (vale la pena notar, por ejemplo, en el DF, sólo 23% de la población se mueve en coche).

Sin embargo, quitarla sería un error. Aunque originalmente no se pensó así, hoy es un impuesto verde que le da envidia a muchos países. No es el impuesto verde ideal, pero en términos ambientales la peor tenencia es la que no existe. La ventaja de la tenencia hoy está en que encarece la compra y uso de autos. Hay varios argumentos para sostener que la reducción del uso de éstos es deseable.

Uno es el calentamiento global: los autos en el mundo contribuyen de manera importante a la generación de CO2. Por eso una parte central de las estrategias contra el calentamiento global es hacer coches que consuman menos gasolina o promover el uso de otro tipo de transportes.

El segundo es la calidad del aire y la salud. Como ha demostrado el tiempo, en el DF no sólo la presencia de industria contaminante empeoraba la calidad del aire, sino sobre todo el uso de coches. Entre más se usan, más contaminación. Las enfermedades respiratorias abundan, tienen que ver con la contaminación proveniente de la combustión de gasolina y algunas, como el asma, representan una carga para nuestro sistema de salud.

El tercero es la vida urbana. Hoy la construcción de infraestructura urbana ha privilegiado el uso del auto sobre la vida peatonal o incluso el transporte público masivo. Quienes hemos vivido a lado de grandes ejes viales sabemos que la vida no es mejor cuando sólo te puedes mover en coche. Cuando éstos dominan en la toma de decisiones de las autoridades, su imaginación se limita a construir muchos pasos a desnivel, pero pocas banquetas, parques, transporte público e iluminación.

El cuarto argumento es fiscal. La tenencia como impuesto tiene dos ventajas. La primera es que los recursos son para los gobiernos estatales. Si en México hay algún grado de decentralización, es justo porque hay más recursos en los estados. Un estado sin recursos no es estado. La segunda es que es un impuesto progresivo y fácil de cobrar. Quienes lo pagan son personas que normalmente tienen ingresos más altos, y es difícil que se escapen de pagarlo. En México hay pocos impuestos tan efectivos.

A pesar de estas ventajas, diputados del PAN y de otros partidos están a punto de cometer un acto de demagogia fiscal justo antes de las elecciones (uno de los ejes de campaña de Calderón era proteger el ambiente). Su desesperación por conseguir votos es tal, que van a encarecer la defensa del ambiente y abaratar la contaminación. Quitar la tenencia, pese a sus deficiencias, sería un error que quienes creemos en proteger el ambiente no podríamos perdonar.

Las objeciones a la tenencia como impuesto verde son atendibles. Es verdad que no está diseñado de tal manera que cobra más al que más contamina. Pero tal es la discusión necesaria. Cómo hacer de la tenencia un mejor impuesto verde es una pregunta más interesante que cómo deshacerse de la tenencia. También es verdad que los gobernantes no rinden cuentas, pero para eso tenemos que exigir y denunciar más, no cobrar menos impuestos.

Si la Cámara de Diputados logra abolir la tenencia, es difícil imaginar que la poderosa industria automotriz permita que se diseñe un impuesto verde en contra de sus intereses. En todo caso, tanto ciudadan@s como diputad@s tenemos que provocar la discusión para poder tener el mejor diseño posible. Si lo que resulta de este extraño impuesto es un buen impuesto verde sobre el uso de coches, seremos un ejemplo para el mundo de lo que se puede hacer bien, no sólo de lo que se hace mal.



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