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Impreparados, 90% de escoltas, alertan

María de la Luz González| El Universal
Sábado 24 de enero de 2009
El adiestramiento es empírico o fue adquirido en empresas de seguridad: Sociedad de Guardaespaldas

luz.gonzalez@eluniversal.com.mx

La falta de una adecuada capacitación en la mayoría de los escoltas del país provocó que, en el último año, una docena de ellos perdiera la vida durante o después del secuestro de la persona que protegían, advirtió julio César García Marín, presidente de la Sociedad Mexicana de Guardaespaldas (SMG).

Ocho de ellos fueron interceptados por los secuestradores en falsos retenes de policía o engañados con supuestas órdenes de aprehensión, lo que no habría ocurrido de haber estado bien adiestrados y haber conocido y seguido los protocolos de seguridad, afirmó.

En entrevista, destacó que mientras los grupos de secuestradores son cada vez más crueles y cuentan con mejor tecnología y armamento, la capacitación de los escoltas es empírica, o resultado de su paso por corporaciones de seguridad públicas o privadas, sin que las autoridades se responsabilicen del tema.

“El 5 de noviembre envié un escrito a la Secretaría de la Defensa, solicitándole que avale nuestro plan de capacitación y que sea el certificador de la preparación de los escoltas en el país; me acaba de responder explicando que no es de su competencia y yo pregunto ¿entonces de quién, a quién le compete?”, cuestionó.

En México, precisó, hay cerca de 15 mil escoltas, y de ellos no más de 10% tiene un adiestramiento adecuado, pero se requiere ir más allá, porque “estamos jugando a los policías y ladrones, a ver quién saca la pistola de dardos y quién la de agua”, dijo.

García Marín explicó que, además de la preparación, los escoltas deben portar armas y llevar, al menos, un radio con la frecuencia de la policía para reportar y verificar cualquier situación extraña, como los falsos retenes, “porque los errores cuestan vidas, como lo vimos en el caso Martí”.

Como ejemplo, citó el caso reciente del secuestro de un empresario que, junto con sus cinco escoltas, fue interceptado por un falso retén de la Agencia Federal de Investigación (AFI) en Reforma y Eje 1 “para una revisión de rutina”, montado con una camioneta Van balizada, como las de la policía.

A los cuatro escoltas que venían atrás, en otro vehículo, y al chofer, les quitaron las armas, los esposaron, los subieron a la Van, los golpearon, se llevaron al protegido y cobraron 5 millones de pesos como rescate. Al ser liberado, el empresario se fue del país, detalló.

“Eso no puede ocurrir. Los protocolos de seguridad establecen que no se entrega el arma, que uno se identifica y verifica que, en efecto, se trata de la policía, pero si no tenemos escoltas y policías realmente preparados, que sepan que existen tecnologías y tengan acceso a ellas, el problema no se va a resolver”, advirtió.

 

Plagio como industria familiar

El repunte de los secuestros en los últimos años ha estado acompañado de otro fenómeno, el de la conversión del “negocio” en una industria familiar, en la que participan la esposa, hijos, hermanos y otros familiares del jefe de la banda, destacó Max Morales, abogado, y negociador de secuestros.

El secuestro es un “negocio” redituable, que requiere de la participación de terceros para dividir las tareas de vigilar a la víctima para conocer su rutina, levantarla, cuidarla y alimentarla y hacer la vigilancia exterior en la casa de seguridad, manifestó.

Incluir a otros integrantes de la familia representa varias ventajas para estos grupos, explicó, entre ellas las de tener un mayor control, más secrecía y protección y menos dinero a repartir entre extraños.

“Se ha transitado de bandas de delincuentes especializados a bandas de familias delictivas, y tenemos varios ejemplos: en el Distrito Federal y el estado de México está el de Daniel Arizmendi, que operaba con su hermano, cuñado, esposa, amante e hijos; en Morelos, Modesto Vivas Urzúa, La Víbora y casi toda su familia”, recordó.

En Sinaloa, José Alonso Ávila Palafox, El Loncho y su hermano Héctor; Los Montante y Los Colín, también en el Distrito Federal, precisó, y agregó que también hay casos recientes, como la banda de Los Rojos, integrada por tres hermanos, a la que se le atribuye el secuestro de Silvia Vargas, la hija de Nelson Vargas.

El grupo, destacó, secuestraba a sus víctimas en el Distrito Federal y la zona metropolitana, tenía la casa de seguridad en Ecatepec y cobraba los rescates en Guerrero, de donde son originarios.

 

 



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