JERUSALÉN.— El desarrollo de la ofensiva de Israel en Gaza pone en cuestión la estrategia del movimiento islamista Ha-mas, que pudo cometer un error de cálculo al desencadenar el ataque con la decisión de no renovar su tregua con los israelíes.

La operación ha causado más de 400 muertos en el lado palestino y cuatro en el israelí al cumplirse hoy una semana en la que Israel ha reducido a un mínimo el poder militar de Hamas y no ha quedado claro si el movimiento islamista ha obtenido algún beneficio político.

Los bombardeos han echado abajo decenas de comisarías, instalaciones y edificios administrativos de la organización extremisma islámica, a la que costará meses, incluso años, restablecer esa infraestructura.

Hamas también ha visto destruida la mayoría de los túneles con los que a través de territorio egipcio se aprovisiona de armas, munición y piezas para sus cohetes. Este y otros grupos armados de la Franja palestina han seguido en estos siete días con el lanzamiento de proyectiles sobre suelo israelí, pero es improbable que puedan hacerlo por mucho tiempo al mismo ritmo, una vez que han sido cegadas esas vías subterráneas.

Una de las condiciones del movimiento islamista para renovar la tregua era que ésta se extendiera a Cisjordania, en un intento de acrecentar su popularidad en el otro territorio palestino. La exigencia pretendía en igual medida desacreditar a la Autoridad Nacional Palestina (ANP) del presidente Mahmud Abbas, cuyo control se limita a Cisjordania desde que las fuerzas que le son leales fueran expulsadas hace año y medio de Gaza por las de Hamas.

Y aunque en varias ciudades se ha elevado la tensión y producido manifestaciones de protesta y enfrentamientos con la Policía y el Ejército de Israel, en Cisjordania no ha visto la luz la Tercera Intifada, tal como había pedido Hamas al inicio de la ofensiva. Pese a que ha condenado la operación israelí y pedido su fin inmediato, Abbas tampoco ha dejado pasar la ocasión de criticar a Hamas por acarrear parte de responsabilidad en una escalada bélica que ha provocado un nuevo drama en el pueblo palestino.

La brutal respuesta israelí al desafío de Hamas se ha convertido en términos políticos en un arma de doble filo. Es posible que la operación israelí proporcione votos a los islamistas como abanderados de la resistencia a la ocupación, pero también que permita recuperar terreno a los sectores palestinos partidarios del compromiso con Israel, encarnados por Al Fatah. Y con su decisión de no renovar la tregua Hamas tampoco ha dejado de ofrecer bazas a su otro enemigo, el gobierno de Israel.