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Reforma a Pemex: más compleja que profunda

Juan Arvizu| El Universal
Martes 23 de diciembre de 2008
A LO LARGO DE 204 DÍAS SE CONFRONTARON CON PASIÓN DOS VISIONES

juan.arvizu@eluniversal.com.mx

En octubre quedó demostrado que la reforma petrolera fue la más profunda y compleja transformación llevada a cabo en la vida legislativa del país. En torno de ella, a lo largo de 204 días de 2008, se confrontaron con pasión dos visiones: una, tradicional nacionalista y, la otra, moderna creyente en la eficiencia.

Ambas trincheras se proclamaron defensoras de la “renta petrolera”, un concepto de especialistas, que en pocos días de tribunas parlamentarias tomadas y clausuradas, de debates en todos los tonos, se difundió en la voz de la sociedad, pues sintetizó el interés nacional en una riqueza que, a decir del poeta Ramón López Velarde, “escrituró el diablo”.

El presidente Calderón presentó el 8 de abril un paquete de iniciativas, y a partir de ese momento hubo una traslación al Congreso del eje del sistema político.

La resultante fue una reforma con múltiples cambios a la propuesta presidencial.

El país estaba en vilo cuando entre el 23 y el 28 de octubre se aprobaron las siete leyes de la reforma petrolera, con el aplauso de los grupos políticos, que se proclamaron triunfadores del cambio de fondo.

Esta historia intensa había empezado el 1o de abril, cuando legisladores del PRD tomaron la tribuna y obligaron a que el pleno buscara dónde sesionar. Tres semanas después, la presión logró el diseño de un debate con 21 foros.

Entre el 13 de mayo y el 22 de julio, el patio del Senado fue arena de posiciones ideológicas, políticas y económicas.

Se expresaron ante los congresistas 162 participantes. Tres personajes cobraron relevancia: los senadores Francisco Labastida (PRI), Rubén Camarillo (PAN) y Graco Ramírez (PRD). Aunque se le llamó “reforma energética”, estuvo centrada en la operación de Petróleos Mexicanos (Pemex).

La propuesta presidencial no logró que el sector privado construyera y operara refinerías, y también se desechó la inversión de particulares en transporte, almacenamiento y distribución de hidrocarburos.

Las fuerzas políticas consideraron a salvo sus banderas sobre la renta petrolera —la resta del precio del crudo y de su costo de producción.

 

 



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