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Nueva irrupción violenta de convencionistas en Catedral

María de la Luz González| El Universal
Lunes 19 de noviembre de 2007
Atacaron a golpes a feligreses y personal de apoyo del recinto religioso

luz.gonzalez@eluniversal.com.mx

Un centenar de simpatizantes de Andrés Manuel López Obrador irrumpió ayer en la Catedral Metropolitana, causó destrozos y golpeó a los feligreses, en protesta por el repique de campanas, el cual calificaron como “provocación” al mitin que celebraban en el Zócalo.

La Arquidiócesis Primada de México condenó la agresión, que calificó inicialmente de “terrorismo” en su página de internet y luego la denominó “acto de terror”, y anunció que la Catedral permanecerá cerrada hasta que las autoridades garanticen por escrito la seguridad de los feligreses.

El templo no había sido cerrado al culto desde la guerra cristera, informó Armando Martínez Gómez, presidente del Colegio de Abogados Católicos de México.

La institución informó también que hoy denunciará la irrupción y los daños causados ante la Procuraduría General de la República (PGR). Líderes del PRD se negaron a fijar una posición en torno a lo ocurrido.

Martínez Gómez lamentó que ni el jefe de Gobierno, Marcelo Ebrard, ni Andrés Manuel López Obrador hayan condenado la agresión. Responsabilizó a ambos de lo ocurrido, “por la complacencia que muestran hacia este tipo de actos de intolerancia”.

Campanas, el pretexto

El repique de campanas que llamaba a misa de 12 en la Catedral detonó el enojo de convencionistas.

Molestos por lo que consideraron una “provocación” a los oradores de la Convención Nacional Democrática (CND), decenas de simpatizantes de López Obrador se precipitaron al interior del templo, para exigir que las campanas enmudecieran.

El deán de la Catedral, Rubén Ávila, ofició la misa de mediodía en representación del cardenal Norberto Rivera, quien está en Roma, y se preparaba para iniciar la procesión de entrada cuando un primer grupo de convencionistas irrumpió en el recinto.

Enarbolaban pancartas y gritaban consignas como “es un honor estar con Obrador” y “Norberto Rivera, el infierno te espera”, los manifestantes habían rebasado sin problemas a los cuatro agentes de la policía capitalina que vigilaban el acceso exterior al templo.

A punta de empujones y patadas impidieron a feligreses y al personal de apoyo de la catedral cerrar la única puerta del templo que se encontraba abierta y, luego de concretar un “portazo”, abrieron el acceso oriente a varias decenas de sus compañeros.

Sorprendidos y asustados, los asistentes a la misa corrían por los pasillos de la Catedral. Trataban de protegerse al ocultarse entre las bancas, sobre todo quienes llevaban consigo niños pequeños.

Sin embargo, muchos de ellos no lograron evitar la furia de los delegados, que empujaron, golpearon a los feligreses, rompieron y rayaron el sillerío, y derramaron líquidos por el pasillo central.

Tras derribar la oruga de madera que separa el pasillo oriente de la sacristía, llegaron cerca del altar mayor, pero ante las protestas de los feligreses que se atrevieron a encararlos y la llegada de unos 30 agentes de la policía capitalina, comenzaron a retirarse, sin que ninguno de ellos fuera detenido por los policías.

Tras su salida, el deán ordenó cerrar todas las puertas de la Catedral, pero algunos de los asistentes a la misa comenzaron a retirarse temerosos de una nueva irrupción.

Al término de la ceremonia religiosa, se dispuso la salida de los feligreses por una de las puertas laterales. El deán Rubén Ávila condenó la agresión.

“Desde todo punto de vista es reprobable, inadmisible profanar así un lugar sagrado; esto no puede seguir así, las autoridades deben tomar cartas en el asunto, sobre todo porque se puso en un grave peligro a los feligreses”, sostuvo.

El clérigo rechazó que el repique de campanas haya sido una provocación a nadie: “Se trata del repique ordinario de la celebración del domingo”, explicó.

Martínez Gómez informó que la Catedral permanecerá cerrada, como se anunció tras la agresión del 4 de noviembre, también protagonizada por supuestos perredistas, ante la falta de garantías para el pleno ejercicio de la libertad de culto.



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