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Prejuicios limitan la sexualidad Down

CRISTINA PÉREZ-STADELMANN| El Universal
Martes 12 de junio de 2007
El hecho de padecer el síndrome no les impide tener un desarrollo en este aspecto, diferente al de cualquier individuo, aseguran médicos. Lo malo es que son víctimas de represión por ser espontáneos e ingenuos en su actitud

-Quiero tocarla -dice Jorge.

-Y yo a él -agrega Érika.

-A Jorge lo quiero -dice Érika.

-Y yo la deseo -continúa Jorge.

-Me gusta su boca.

-Y a mí su cuerpo.

Como si fuera un juego de ping-pong con confesiones emocionales, Jorge y Érika no dejan de expresar lo que sienten; y lo hacen de manera desinhibida, rápida; (ella un poco más tímida); cada uno a su turno, hasta que de pronto el doctor José Luis Carrasco vuelve a situarlos en la realidad de su padecimiento. Las intervenciones del médico son continuas; el director de Sicología del Centro de Educación Down controla, los ubica; pero a ratos las palabras suben de tono; y el juego de fantasías sexuales e íntimas vuelve a dispararse.

-Quiero hacer el amor con Érika, dice Jorge.

-Y yo con él. Todo el tiempo, agrega Érika; esta vez con un tiro contundente, desinhibido y tenaz que no alcanzamos a prever ninguno de los ahí presentes esa mañana en entrevista para EL UNIVERSAL.

Jorge creció, descubrió su cuerpo, y en un proceso sin retorno, comenzó a sentir un desasosiego que le genera cuestionarse el porqué no puede tener relaciones sexuales con Érika.

Quieren casarse. Tener hijos. Vivir solos. Tienen 36 y 24 años, respectivamente.

Ambos quieren ir más allá; y cuando se les pregunta: ¿Qué es ir más allá?; él mira por encima de sus lentes bifocales, hace una pausa, y con la mirada ansiosa afirma que ir más allá sería estar absolutamente solos, ". pero nunca estamos en completa libertad. Nos vigilan noche y día. Ni en la escuela ni mis padres ni sus padres nos dejan en paz porque tenemos síndrome de Down y ellos tienen miedo", asegura Jorge.

"A veces siento odio por el obstáculo que me impide hacer algo que considero necesario entre nosotros", agrega ya irritado.

A su vez, y cómplice de este malestar; Érika hace lo propio y da los nombres de maestras y profesores que a su decir los vigilan y no los dejan hacer lo que quieren, que es básicamente -según expresan- estar solos, verse por las tardes, y no solamente en la escuela, para así tener una relación íntima, amorosa y sexual. (Es lo que ambos dicen querer).

"Últimamente andamos pensando lo mismo, mejor dicho, sintiendo lo mismo", comenta Érika, que no sabe definir exactamente lo que es la virginidad, pero que al acercarse a Jorge dice sentir calor y cosquillas aquí abajo, (y mientras lo dice, señala su vientre).

Érika es virgen. Jorge también.

Son novios desde hace dos años. Ambos con discapacidad intelectual leve, estudian y trabajan en la panadería del Centro de Educación Down, ganan 400 pesos al mes, y están ahorrando para cuando llegue el momento.

Entre tanto, para el doctor José Luis Carrasco Núñez, director de Sicología del Centro de Educación Down, en términos generales las personas con este padecimiento logran un desarrollo sexual semejante al de cualquier individuo; sin embargo, su vida sexual provoca la incomprensión y perjuicios con respecto a sus comportamientos sexuales, lo cual plantea múltiples interrogantes, como: ¿Tienen intereses sexuales? ¿Pueden enamorarse? ¿Controlan sus expresiones afectivas? ¿Pueden procrear? ¿Es necesario esterilizarlos?, entre otras.

En estudios recientes, Carrasco Núñez, profesor en la carrera de Pedagogía de la Facultad de Estudios Superiores Aragón, y coordinador del Programa Sicopedagógico de Servicio Social de la Facultad de Estudios Superiores, Aragón, UNAM; ha comparado el desarrollo sexual de las personas Down con los patrones considerados normales y no encuentran diferencias significativas.

"Su desarrollo sexual es muy semejante al de cualquier otra persona, sin embargo mientras que cualquier individuo tiende a seguir las reglas sociales y medita sus acciones; el Down, procede con ingenuidad, siendo más directo, y espontáneo, por lo cual su conducta puede tomarse como inmoral, de ahí la importancia de proporcionarle una orientación sobre el manejo de su sexualidad".

La labor no es fácil -continúa-, ya que muchos padres de familia, e incluso algunos profesores, y directores de las instituciones de educación especial mantienen actitudes prejuiciosas que conducen a la negación y represión de la sexualidad de las personas Down. "Hay quienes piensan que carecen de deseos sexuales porque siempre serán y parecerán aniñados, aunque pasen los años".

Por tanto, la vida sexual de los adultos con síndrome de Down está en función de la educación recibida durante la infancia y la adolescencia. Si su proceso de desarrollo ha sido inadecuado, probablemente enfrentarán mayores dificultades para su anatomía.

De hecho, asegura el experto, muchos padres responden con angustia ante las manifestaciones de crecimiento físico y sexual del adolescente Down, tienden a negar la situación, y fomentan la dependencia, propiciándoles una mayor incapacidad para ser responsables de sí mismos y su sexualidad.

Jorge insiste en que quiere experimentar algo más fuerte con Érika. "Lo vamos a lograr muy pronto. Nuestro deseo se va a cumplir", advierte, mientras se alejan por el patio de la escuela.



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