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El hombre que degradó a Plutón

LEONARDO HABERKORN| El Universal
Domingo 21 de enero de 2007
En un pequeño cubículo universitario de Uruguay, Gonzalo Tancredi tejió la trama que obligó a llamarlo planeta enano. De no haber ido a una reunión en Praga, ´Pluto´ se hubiera salvado

L a oficina del hombre que derribó un planeta es un cuartito minúsculo, de tres metros de largo por uno y medio de ancho. Tiene tres sillas viejas, las tres distintas y una de ellas rota, con el relleno asomando por los agujeros y rajaduras. Allí trabaja el hombre que humilló a la NASA y a algunos de los astrónomos más importantes de Estados Unidos. Es el despacho de Gonzalo Tancredi, uruguayo, 43 años, factótum de la expulsión de Plutón del club de los planetas. El sistema solar ya no tiene nueve como habíamos aprendido en la escuela. Ahora son sólo ocho.

Aunque ahora ha sido declarado "enano" en forma oficial, comparado con cualquier obra humana Plutón es un gigante, una enorme bola helada de más de 2 mil 200 kilómetros de diámetro. Existe desde hace unos 4 mil millones de años, pero el hombre recién lo descubrió en 1930.

El compañero Homónimo, como se le conoce a Tancredi, nunca soñó con convertirse en un experto en planetas. Además de la política, le interesaba el origen del universo, el big-bang. Pero las cartas estaban marcadas: las carencias con que se estudiaba astronomía en Montevideo en aquellos primeros años 80 hacían imposible investigar un asunto tan complejo.

Su compañero y colega Tabaré Gallardo, explica: "Casi todos los que se interesan por la astronomía lo hacen para estudiar el origen del universo, pero cuando nosotros entramos a la facultad eso era imposible por falta de materiales, de profesores, de recursos para viajar, de bibliografía".

Aquello era un desastre y parecía que ni Tancredi ni Gallardo podrían llegar a mucho como astrónomos. Pero entonces, en 1985, terminó la dictadura militar y muchos políticos, artistas y científicos que se habían exiliado volvieron a Uruguay. El retorno del astrónomo Julio Ángel Fernández, en 1986, pasó totalmente inadvertido.

Fernández tiene 60 años y creció con los primeros éxitos de la revolución espacial. Él no llegó a la astronomía preocupado por el big-bang, sino por el sistema solar y sus astros.

Al volver a Uruguay y gracias al prestigio alcanzado en el exilio, Fernández fue nombrado director del Departamento de Astronomía de la Facultad de Ciencias y sus pocos alumnos -entre los que estaban Gallardo y Tancredi- comenzaron a darse cuenta de que el big-bang no era todo en la vida. "Empezamos a ver todo lo que Julio sabía del sistema solar. Y todos terminamos especializándonos en él", dice Gallardo.

* * *

Estados Unidos es el lugar del mundo donde la degradación de Pluto -como se llama Plutón en inglés- provocó más rabia y donde es defendido a dentellada limpia. Plutón es el niño mimado de la astronomía yanqui, ya que fue el único planeta descubierto ahí.

Pero la mayor parte de los hallazgos que permitieron desenmascarar a Plutón se realizaron también en Estados Unidos. Lo que Fernández, Tancredi y las otras pocas almas del Departamento de Astronomía hicieron desde Uruguay fue sistematizar el conocimiento y contrastarlo con lo que se sabe sobre el origen del sistema solar y los planetas.

Puede parecer poco, pero para el pobre Plutón eso fue todo.

Pero lo peor para Plutón comenzó en 1992, cuando se descubrió otro "objeto transneptuniano", es decir, otro astro ubicado más allá de Neptuno. Muchos astrónomos comenzaron a sospechar entonces que Plutón era apenas uno de muchos cuerpos pequeños situados en esa zona del espacio y no un verdadero planeta.

Y así resultó. En 2003 el astrónomo estadounidense Mike Brown descubrió, más allá de Neptuno, un astro que era mayor que Plutón. El cuerpo, llamado en forma provisoria 2003 UB313, le generó un problema a la astronomía mundial. O bien era el décimo planeta, o bien Plutón dejaba de ser el noveno.

En el pequeño departamento de astronomía uruguayo ya tenían una respuesta: Plutón no era un planeta. Su tamaño, su masa, su órbita, su influencia en el resto del sistema, su composición, todas sus características lo hacían algo distinto.

* * *

Pero Plutón pudo salvarse. La dirección de la Unión Astronómica Internacional (UAI), la organización que reúne a los astrónomos profesionales del planeta, intentó hacerlo en agosto, durante su XXVI asamblea en Praga. La UAI es la que desde 1919 tiene la misión oficial de adjudicar los nombres en el espacio.

A la reunión de Praga estaban convocados los 10 mil socios: Fernández, Tancredi y Gallardo, entre ellos. Gallardo decidió no ir. Tancredi no disponía de dinero para el pasaje y los 650 dólares que costaba la inscripción.

Finalmente, la UAI decidió solventar parte de los gastos de los uruguayos, y Fernández y Tancredi viajaron a Praga. La dirección de esta organización debe estar hoy muy arrepentida. Si ellos no hubieran estado allí, Plutón hoy seguiría siendo un planeta. Pobre Plutón.

Los descubrimientos de nuevos cuerpos celestes más allá de Neptuno obligaban a la UAI a definir con precisión qué es un planeta. Simplificando las cosas, la nueva definición proponía: todo cuerpo celeste de forma esférica que orbita alrededor de una estrella, y que no es un satélite, es un planeta.

La nueva definición mantenía como planeta a Plutón e incorporaba a otros tres, entre ellos a Ceres (el mayor de los asteroides) y a 2003 UB313. El número de planetas subía a 12 y prometía seguir creciendo, quizás hasta llegar a 100. En principio, pareció que la propuesta sería aceptada.

En la noche del 16 de agosto, en la bella Praga, Homónimo habló con Fernández y con un par de otros disconformes. Redactaron una propuesta alternativa: un planeta, además de ser redondo, debe ser el mayor objeto de su zona astral, debe haberla "limpiado" de objetos menores, lo que quiere decir que gracias al poder de su masa, un planeta debe lograr que los cuerpos pequeños se estrellen en su superficie o sean lanzados al espacio, lejos de su órbita.

Y salieron a recoger firmas. El 17 de agosto ya tenían 20 firmas de otros astrónomos y en la asamblea comenzó a correr la noticia de que había una propuesta alternativa. Homónimo no descuidó ningún aspecto de la batalla.

El 18 de agosto, los disidentes recibieron el importante apoyo del prestigioso estadounidense Brian Marsden. "El nivel de descontento y de discusión en los corrillos fue en aumento", escribió Tancredi. Unos días después llegó un mail de Mike Brown, el mismísimo descubridor de 2003 UB313: también les daba su apoyo.

Al fin, el 22 de agosto, dos días antes de la sesión final de la asamblea, el comité ejecutivo citó a Tancredi y a otro disidente para negociar. ¿Plutón es un planeta?, era la gran pregunta. Tras una larga discusión se llegó a un acuerdo: Plutón es un "planeta-enano", así, con un guión en el medio. El guión era muy importante, explica Tancredi, para que fuera claro que "enano" no era un adjetivo, sino parte del nombre de una nueva categoría de astros: los "planetas-enanos", distintos a los planetas.

Pero al día siguiente el comité ejecutivo de la UAI intentó salvar a Pluto. Al redactar el texto que sería sometido a votación en la asamblea, el guión había desaparecido. Plutón y sus similares eran planetas enanos, los otros eran planetas clásicos, y todos seguían siendo planetas.

Faltaban apenas horas para la asamblea final, pero Homónimo no se rindió. Si "planeta-enano" no había funcionado había que encontrar otra palabra: subplaneta, miniplaneta, protoplaneta. Fernández propuso "planetinos" y eso le gustó a los disidentes. Tancredi tuvo entonces la idea que cambiaría el universo. Propuso imprimir carteles con la palabra "planetinos" y marchar por toda la asamblea y su sala de prensa. Eran unos 15 astrónomos desfilando con los carteles.

La suerte de Plutón estaba echada. Para ser planeta ya no alcanzaba con tener forma de pelota: también había que ser el objeto dominante en su región y haberla limpiado de cuerpos menores.

La del 24 de agosto de 2006 fue una tarde de perros para Plutón: hubo 91 votos para que siguiera siendo un planeta y más de 300 en contra. Ya no habría 12 planetas, sino ocho. Plutón y sus similares fueron declarados "planetas enanos", sin el guión, pero con la aclaración de que esa nueva categoría de objetos celestes es distinta a la de los planetas. Más allá de las palabras elegidas, la posición de Fernández y Tancredi había triunfado.

Pobre Plutón. Pobre Ceres y pobre 2003 UB313.

Ya no son ni serán planetas. Son los enanos del cielo.

Versión resumida del texto publicado en la actual edición de Gatopardo/México



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