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La indiferencia ´congela´ al Senado

Juan Arvizu| El Universal
Miércoles 22 de noviembre de 2006

La primera orden que dieron ayer los senadores fue: "¡Quiten el frío! ¡Nos congelamos!". Hubo quienes prefirieron conservarse envueltos en su abrigo de inviernos pasados, de antes de estrenar senaduría; otros demandaron más capuchinos que nunca. Pero aun sin aire acondicionado, el salón de sesiones era, es y sigue siendo una Cámara de congelación. de afán político.

Onda fría aparte, en el palacete de Xicoténcatl inverna hasta la beligerancia que tienen PAN y PRD por los 20 de noviembre, los 1 de diciembre, los cercos de seguridad al Palacio Legislativo. Casi nada los calienta.

Por ejemplo: eran más de las 15 horas, cuando Ricardo Monreal (PRD) subió a la tribuna con un punto de acuerdo (rechazo a 13 bancos patito), y ante el vacío físico y de atención del pleno a su tema, tronó:

"¡Este Senado no reacciona! ¡No le interesa! ¡No hay debate!"

Y acusó que hay apatía e indiferencia. (Van 23 sesiones en las que cada legislador jala con su tema y ayer pasó lo mismo. Quedan 10.) "¡No hay nadie a quien le interese debatir los asuntos del país!"

Pues no. Cero interés en los aumentos a gasolina, diesel y leche. Incluso nadie le dijo: "Monreal, estás mal"; "Bien, mi senador, estás bien". Nada. Su voz se congeló en el frente frío que tiene congelado al Senado.

Quien nada tiene que ver con el clima parlamentario de los pingüinos de Xicoténcatl es doña Rosario Ibarra de Piedra, El Ventarrón, como llamaba su madre a la activista de los desaparecidos políticos. La regia entra y sale con la velocidad de un torbellino, mientras otros atienden la pantalla de sus (17) computadoras portátiles.

El Ventarrón es cálida, emotiva. Más temprano (a la hora de los siete grados centígrados) asistió a la Rotonda de las Personas Ilustres, al homenaje a Ricardo Flores Magón, cabeza anarquista de la Revolución. "¡Y yo soy anarquista!", presume la senadora.

Ese ventarrón cálido, doña Rosario Ibarra, llevaba un taco de papeles en la mano; barría Xicoténcatl con el fuego de sus ideas: "Jesús Reyes Heroles era un hombre del sistema que se portó mal con nuestra causa (los presos y desaparecidos políticos)".

Su calor humano hubiera derretido el témpano de senadores del pleno. "Hay quórum" (ni chico ni grande, lo hay), reviró el presidente de la Mesa Directiva, Francisco Arroyo, a Monreal, el legislador sin polemista para sus asuntos. Los senadores prefirieron acurrucarse en sus chalecos, suéteres y bufandas. Aunque todavía no sean de cachemire, calientan.

De doña Rosario Ibarra habían quedado unas palabras con energía: Andrés Manuel López Obrador, "el licenciado", me dijo: "Me vas a poner la banda".

Ensayó con Dante Delgado (hubo gritos afuera de los 400 Pueblos vestidos por el frío).

El veracruzano cargó la charola. Otro recibía la banda. Todo fue practicado a la perfección.

Pero la ceremonia "parecía un montaje": que no suba, que espérese. Y "el licenciado" que le hacía señas de que se acercara. "¡Y nos cambiaron de lado, me andaba cuatrapiando y dándole la banda al revés!".

La activista senadora, riendo, dijo: "No tengo costumbre de poner bandas presidenciales".

Y explicó su gozo motivado por López Obrador: "Es un hombre íntegro que se redime él solo, como decía Flores Magón".

Xicoténcatl 9 estaba ayer gélido. Cada iglú político aplicaba su ley del hielo. Los jefes siguen sentados en un volcán que, dicen, ahora sí hará erupción, pero hasta el jueves próximo (mañana). "Brrrh".



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