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¡Entregas y te vas!

Ricardo Raphael| El Universal
Sábado 02 de septiembre de 2006

Al diablo con las instituciones". Así concluyó Andrés Manuel López Obrador su discurso ayer por la tarde. No sólo es una frase lamentable en boca de un demócrata, sino un franco y abierto desafío a la gran mayoría de los mexicanos. Y, en efecto, al diablo se fueron las instituciones el día de ayer. Porque los rituales y las costumbres de la República también han de ser respetados. No importa que el Presidente haya cumplido entregando por escrito su Informe anual de labores al Congreso. Tampoco que los legisladores perredistas y petistas hayan hecho uso de la vieja práctica parlamentaria del filibusterismo, la cual, si bien no está regulada, tampoco está prohibida por nuestras leyes. Lo grave es que un ritual más de nuestras instituciones fuera seriamente lesionado.

Ayer la palabra fue sustituida por el empellón, el diálogo por la sordera y la convivencia por la ruptura.

Lamentablemente la prudencia no cupo en ninguna de las dos facciones en disputa. AMLO detonó el conflicto cuando amenazó con tomar las instalaciones del Congreso. Luego, de acuerdo con la facultad que le otorga el artículo 23 de la Ley Orgánica del Congreso, el presidente de la Mesa Directiva de la 60 Legislatura, Jorge Zermeño, ratificó la solicitud que hiciera su antecesor, Álvaro Elías, para resguardar las instalaciones parlamentarias. En respuesta, el jefe del Ejecutivo se sintió autorizado para levantar un cerco de cinco kilómetros cuadrados alrededor de la más alta tribuna. Un acto de rudeza innecesaria cuando, para proteger la concurrencia de legisladores y del Presidente, sólo hacía falta una larga pero angosta valla.

Los discursos de ayer demuestran que ningún representante de la nación se sintió cómodo con lo que algunos llamaron el secuestro del Congreso. Fue éste el motivo argumentado por los legisladores de la coalición Por el Bien de Todos para justificar su atropellado abordaje. Vicente Fox les ofreció en charola de plata un pretexto para cumplir con su amenaza.

Con el ritual quebrado por la falta de prudencia e incapacidad para la negociación y el acuerdo, los mexicanos constatamos que estamos en manos de unos provocadores.

Sin embargo, del otro lado del escándalo, en tono menos sonoro pero infinitamente más sensato, las voces de Marina Arvizu (PASC), Alejandro Chanona (Convergencia) Martha González (PRI) y Arturo Escobar (PVEM) coincidieron en exigir que los espíritus de la moderación y la cordura imperen en la política mexicana.

Son opiniones que ayer dijeron en voz alta lo que los mexicanos estamos pensando en voz baja. Reclamaron que las puertas del Estado estén atascadas.

Éstos son días tristes para la República. Días que todos, muy pronto, quisiéramos ver pasar.



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