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Un debate entre dos: el panista y el perredista

Martha Anaya| El Universal
Miércoles 07 de junio de 2006

Y para cuando el debate terminó, muy pocos tenían claro quién ganó.

¿Así de extraño?

Le cuento qué pasó. Las opiniones se dividieron en dos. Y muy claras, por cierto.

Por un lado, estaban quienes sostenían que Felipe Calderón había ganado en "los golpes", en el terreno del ataque.

Por el otro, andaban los que consideraban que Andrés Manuel López Obrador logró transmitir más su personalidad y sus propuestas.

Y nada más. Porque al final, terminó siendo un debate entre dos: entre el candidato panista y el de la coalición Por el Bien de Todos.

Porque los otros candidatos se diluyeron a medida que avanzó el debate. Roberto Madrazo apenas pudo sostenerse unos cuantos rounds. Luego, se fue quedando fuera de la jugada.

Patricia Mercado, desde un principio se vio muy distinta al primer debate en el que participó. Esta vez se notó forzada y sin encanto. Y Roberto Campa, por más que mejoró su actitud, quedó descalificado desde el debate anterior.

Así que el final fue sólo entre dos. Los mismos que se encuentran empatados hoy en día en las encuestas en el primer lugar: Andrés Manuel y Felipe. Y tal como ocurrió aquí, en el World Trade Center, no dude usted que la misma división de opiniones encontrará luego en la calle.

¿Y cómo estuvo el debate en sí?

Pues podríamos reducirlo a esta idea: ¡nada que ver con el nivel de spots! Tregua entre Madrazo y López Obrador. Y golpeteo abierto -iniciado por Calderón- entre el panista y el perredista.

Esta historia comenzó así: con todos los equipos felices y sonrientes a su llegada, en medio de un operativo de seguridad impresionante, entre vallas y policías con escudos resguardando las instalaciones. Algo que nunca antes se había visto en torno a un debate entre candidatos a la Presidencia de la República. Y así fue esta vez.

Pero ya entrados en el momento estelar, con Adriana Pérez Cañedo moderando, fue el panista Felipe Calderón el que abrió fuego contra López Obrador ironizando: habría que pedirle al ex jefe de Gobierno que nos explique cómo le hizo para convertir esta ciudad en la más insegura del país. A lo que el perredista le respondió con un "si las cosas fueran como las plantea el candidato, no tuviera la popularidad que tengo". Frase que arrancó un "ahhhh" en la sala de prensa.

Pero el segundo golpe de Calderón fue más contundente. Llegó luego de que López Obrador sacó a colación el tema del Fobaproa. Y ahí sí, bien engallado y con sonrisa en pleno rostro, el panista al son de "voy a contestar este tema de una vez por todas", mostró el libro de López Obrador sobre el Fobaproa donde supuestamente el perredista reconoce que Calderón ni lo firmó ni lo aprobó. Y remató con otro libro en mano, el de Arturo Núñez (candidato ahora del PRD), quien siendo legislador del PRI sí fue de los que aprobaron el Fobaproa. Aquí, López Obrador simplemente no respondió. Y ya cerca del final sólo alcanzó a apuntar: "Luego voy a tratar este asunto (el del Fobaproa) con Felipe." Y en eso quedó.

López Obrador trató de revirar con otro tema. Acusó "al cuñado de Felipe" de no pagar impuestos por la cómoda suma de un trabajo que realizó por dos mil quinientos millones de pesos. Cosa que Calderón negó enfáticamente.

Y si así fue cómo es que no quedó tan claro el triunfo de Calderón, se preguntará usted.

La respuesta está en la actitud. En lo que cada uno transmitía. Y es que esa perenne sonrisa de Calderón, más burlona que otra cosa, no le ayuda mucho que digamos; en tanto que la imagen de López Obrador parecía mucho más cálida y creíble.

Cuestión de gustos y opiniones dirá usted. Pues sí. A fin de cuentas de eso se trata.

Pero por lo que toca a los equipos de campaña cada uno de los candidatos presidenciales, todos salieron aparentemente felices y proclamándose ganadores.

Pero, en su interior, difícilmente Calderón y López Obrador podrían sentirse tan seguros. La moneda, pues, sigue en el aire.



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