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Unas palmadas de energía modulada suelta el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, en abrazo de despedida con Silvano Aureoles Conejo (PRD), presidente de la Cámara de Diputados, a quien le dice: “¡Éxito! ¡Éxito!”

Aureoles tiene cara sin expresión, la suya, pero ahora más, cuidadoso de las formas, ya que ahora no es coordinador de una bancada, la perredista; es el presidente del Congreso y en esa investidura ha recibido el paquete blanco que guarda el segundo Informe del presidente Enrique Peña Nieto.

Osorio, con desenvoltura, se ha despedido ya del presidente del Senado, Miguel Barbosa (PRD), a quien le ha expresado: “Que les vaya muy bien”. El poblano ha respondido con un apretón de manos.

Socializan los hombres del poder. Volverán a verse Aureoles, Barbosa y Osorio hoy en Palacio Nacional, en la ceremonia en la que Enrique Peña Nieto dirige un mensaje con motivo de su Informe.

El paquete llega al pleno, a las 17:35 horas. Legisladores testifican la recepción del documento. Un acto ya desprovisto de los brillos de antes. Es un trámite sin ritual. Se remite a ambas cámaras. Y cae de peso el turno que Aureoles dicta a la iniciativa preferente, primera en el mandato de Peña para el Senado.

La tarde se hace vieja. El chubasco de cuando estaba Osorio Chong acabó. Dejó esa frase de que “la división de poderes no significa división de esfuerzos”. Y Aureoles Conejo, en la casaca institucional, ha dicho que “por el bien de los mexicanos debemos fortalecer cada vez más los lazos de comunicación entre los poderes de la Unión”. Bailaron el mismo vals. Después dirá: “Ya dimos el primer paso”.

Corren vientos fríos en el Palacio Legislativo, cuando ante un menguado quórum (343 de 500 diputados, y 91 de 128 senadores), empieza un calvario. La izquierda critica. El PRI envía a tribuna a Manlio Fabio Beltrones y responde a las críticas. Levanta aplausos de priístas, al reconocer la voluntad y el liderazgo del presidente Enrique Peña Nieto y colaboradores.

Forman la mayoría que sabe usar ese salón de sesiones, en el que esta vez no hay tormentas ni huracanes del poder, sólo un chubasco de tarde de verano.

Ya en el pasillo, Beltrones Rivera, de regreso a su curul por el pasillo central, recibe aplausos y saludos de los priístas y diputados del PVEM, festivos, ante el silencio de la izquierda y la derecha. Es el Congreso de la Unión.