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Las conciencias despiertas de AL

José Vales / Corresponsal en Sudamérica| El Universal
Viernes 28 de junio de 2013
Las conciencias despiertas de AL

ENOJO. Un manifestante con una bandera de Brasil, en una protesta cerca del estadio de futbol donde se celebró el partido entre España e Italia, de la Copa Confederaciones criticada como costosa. (Foto: NATACHA PISARENKO AP )

Jóvenes en Chile, Brasil o Venezuela toman la calle para exigir sus derechos

Desde hace años, en Santiago de Chile, Vicente Pérez carga su cámara de estudiante de cine registrando cada marcha. Graba todo lo que pasa, hasta la gaseada de los “pacos”, como llaman popularmente a los Carabineros, en su condición de cineasta aficionado, y de paso participa junto a sus compañeros de Filosofía de la Universidad de Chile en las protestas por una educación de mayor calidad y gratuita.

A Pérez, de 23 años, la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1999) se le quedó grabada a fuego gracias a los libros de texto y a lo que le contaron sus padres, trabajadora bancaria ella, técnico de aire acondicionado él.

La militancia en su vida es algo reciente. “Comencé a acercarme a los grupo políticos de la ‘U’ cuando comenzaron las manifestaciones en 2011. Antes la política era algo un poco lejano en mi vida”, admitió cuando este corresponsal recogió su testimonio, en mayo pasado.

Su historia no difiere mucho de la del venezolano Iván Aceredo, a punto de graduarse este año de arquitecto en la Universidad Central de Caracas.

Él, junto a sus compañeros, participó en cada marcha contra el chavismo desde 2007, cuando las movilizaciones contra los planes educativos del gobierno de Hugo Chávez y ciertas intenciones de controlar las universidades, hicieron que los estudiantes de escuelas públicas y privadas se organizaran y le propinaran la única derrota electoral que el fallecido líder tuvo en su vida: la de la consulta para cambiar la Constitución de ese año.

Pelear por los derechos

“Yo crecí en un hogar donde mi madre siempre votaba a Acción Democrática y mi padre a la izquierda. Siempre me interesó la política como tema de discusión, pero recién en la universidad me concienticé de que era necesario pelear por tus derechos, y desde entonces participo políticamente todo lo que puedo, para ver si cambiamos esta realidad que no es nada fácil”, resume Aceredo, de 25 años.

Mariano Belvedere tiene 30 años y desde hace 8 viaja todas las mañanas en el tren desde su casa en la localidad bonaerense de Ramos Mejía a su trabajo de comerciante en el barrio porteño de San Cristóbal. Admite que le interesa más el futbol y pasar todos los días una horas en el gimnasio que participar en política, pero el 27 de febrero de 2012 comenzó a preocuparse y preguntarse por qué todos los días debía viajar como los animales para ir a cumplir con su trabajo. Ese día se perdió el tren que llegó a la estación Once a las 8:03 por una fracción de segundo. “Tal vez por esa fracción de segundo estoy con vida…”, reflexiona.

En ese tren, 51 personas perdieron la vida en un choque. “Desde entonces cada vez que puedo salgo a la calle con los usuarios o con los familiares de las víctimas a exigir que le Estado se haga responsable de los trenes, que se termine la corrupción y que se haga justicia”.

Estos jóvenes son parte de una nueva generación “que funciona mucho más por lo que pasa en internet, que por ideas políticas”, asegura el sociólogo Glaucio Soares, de la Universidad Estadual de Río de Janeiro, quien considera que “los políticos aún no saben cómo manejarse con la mayor biblioteca imaginable que es internet”.

En las marchas que desde hace dos semanas se suceden a lo largo y a lo ancho de Brasil, los protagonistas centrales son jóvenes de entre 17 y 25 años, como Ivanna De Souza, 21 años y estudiante de enfermería. Vive en Jacarapegua, y para llegar a la universidad viaja casi dos horas todos los días.

“Estoy cansada de ver cómo los políticos se llenan la boca hablando bestialidades y mis padres se matan para que yo pueda estudiar en una universidad privada porque a las pública sólo acceden ‘Os mauricinhos’ (Fresas)”, dice.

Todos estos jóvenes son “hijos” de la democracia. No tienen ataduras con el pasado dictatorial de sus países pero sufren las consecuencias de la desigualdad que en democracia los políticos, no supieron, no pudieron o no quisieron abolir.

Son la expresión más acabada de lo que Rubens Ricupero, ex canciller brasileño y actual profesor de la Fundación Armando Alvares Penteado (FAAP), llama “la crisis de la democracia representativa” en este lado del mundo. La expresión inigualable de las conciencias despiertas de América Latina.



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