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El "cartonero" del Papa

José Vales Corresponsal| El Universal
Martes 02 de abril de 2013
El

BUENOS AIRES. El barrio de Villa Fiorito, el mismo donde nació Maradona, es el lugar de trabajo de Sergio Sánchez, que se dedica a recolectar cartón. (Foto: JOSÉ VALES EL UNIVERSAL )

Sergio Sánchez es pepenador en Argentina; Bergoglio conoce su lucha desde 2008 y lo invitó a su primera misa

BUENOS AIRES.— En el fondo de un galpón, donde decenas de recicladores separan el cartón del papel y el papel de las bolsas, un hombre retacón, con su cabello prolijamente cortado, un aro de strass y su chaleco fluorescente, se muestra ensimismado en los números, en los kilos que cada camión viene cargando para ver cuánto dinero le corresponde a la cooperativa.

Ese es su trabajo de todos los días. El que muchas veces, al igual que a sus compañeros, lo vuelve invisible, cuando deambula por la ciudad, al caer la tarde, buscando en los desperdicios el sustento diario.

Pero Sergio Sánchez, este hombre de 49 años que vive en Villa Fiorito, el mismo barrio donde llegó al mundo Diego Maradona, es desde el pasado 19 de marzo “el cartonero del Papa”.

De gesto duro y modales de un hombre leal a sus convicciones, Sánchez asegura que “ahora nos miran de otra manera; pero la lucha, nuestra lucha es exactamente la misma, tratar de que los trabajadores independientes tengan dignidad”.

Él sabe que su vida cambió desde hace unas semanas, pero poco le importa. Nunca pensó que alguna vez viajaría en avión, que conocería Roma, que podría entrar al Vaticano custodiado por la guardia suiza y mucho menos que podía ser el primero en saludar a un Papa recién ungido. Pudo haber sido un sueño, pero no es así.

Sánchez y el Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE) conocen muy bien a Jorge Bergoglio desde el 2008, “cuando fuimos por primera vez a la misa que el cardenal oficiaba en la entrada de la estación Constitución para los trabajadores en la calle, para los que no tenían hogar, para los costureros”, entre otros, recuerda Sánchez en entrevista con EL UNIVERSAL.

Sánchez y el maestro José María del Corral fueron mandados llamar por el propio papa Francisco. “Él quería que un representante de nuestras organizaciones estuviese presente ese día. Mis compañeros me escogieron en una asamblea y decidieron que yo tenía que viajar. El pasaje me lo envió la presidencia (argentina), y cuando llego a Roma el maestro ya estaba hacía tres días allá. Nos sorprendió que nos sentaron en los lugares reservados para la familia del Papa. Detrás nuestro estaban todos los presidentes y nosotros fuimos los primeros en saludarlo”.

Todo un gesto y símbolo de la impronta que el Sumo Pontífice quiere otorgar a su papado. Sánchez recuerda que “con Bergoglio siempre tuvimos cercanía. Apoyó nuestra lucha. Cuando lo eligieron sentimos que íbamos a tenerlo más lejos, pero fijate que no. Allá estuvimos nosotros y ahora los cartoneros entramos en la historia”.

Sánchez muestra orgulloso el playón que el gobierno de la ciudad les cedió, en el barrio de Barracas, sur de esta ciudad, y mediante el cual pudieron organizar mejor su trabajo, mientras retoma la charla y la referencia a Francisco “el cambio en la Iglesia del que todos hablan ya comenzó”

Sólo estuvo en Roma 20 horas. Al otro día abordó el avión y regresó, porque la Cooperativa requiere de su servicio y el de sus 2000 afiliados.

Desde que la crisis que desembocó en la eclosión social del 2001, Sánchez, con cinco hijos de dos matrimonios, se vio obligado a salir a buscar el sustento en las bolsas de basura en las calles de Almagro o el centro. “Cartonear (recolectar cartones para luego venderlos) era la única salida que encontré para alimentar a mi familia”,

Un día, su vida se cruzó con la de cinco jóvenes militantes sociales que lo convencieron de armar una cooperativa, y allí está hoy, convertido en el líder de esa estructura que todo el mundo conoce desde que el Papa lo sentó como a uno de sus hermanos en la primera fila, a una prudente distancia de presidentes y poderosos que acudieron a la cita.

“Nos dijo ‘gracias por venir y sigan adelante con su lucha’. Fue un encuentro muy corto, pero muy emocionante. En un momento me pregunté ‘¡Qué hago yo acá!’”, narra Sánchez, quien a pesar de ser amigo de Bergoglio y vivir en el suburbio donde nació Maradona, no le va ni al San Lorenzo, ni al Boca. Él es del River, pero el fútbol lo apasiona menos que la lucha en la que se encuentra enfrascado: “conseguir las mejoras para sus compañeros”.

Cuando regresó de Roma fue directo a este galpón donde transcurre la charla. Sus compañeros lo recibieron con una ovación y colgaron la pancarta que le habían preparado para lucir en la Plaza de San Pietro, aún con la falta de ortografía corregida de apuro (Baticano, con la V sobrepuesta sobre la B) y Sánchez y sus compañeros volvieron al trabajo.

“Ahora sabemos que los cambios no van a ser rápidos y que para nosotros, no será fácil, como no lo fue hasta ahora. Nosotros tenemos que seguir luchando”, aclara. Porque lo de los cartoneros no es otra cosa que un Viacrucis diario, tirando del carro cargado por toda la ciudad, aun cuando sean “los cartoneros del Papa”.



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