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La crisis pone el mundo al revés

José Vales/Corresponsal| El Universal
Lunes 08 de agosto de 2011
La crisis pone el mundo al revs

PROGRESO. El barrio de Botafogo, en Río de Janeiro, será objeto de grandes inversiones de cara al Mundial de Futbol de 2014. (Foto: ARCHIVO REUTERS )

EU y Europa sufren ahora problemas que América Latina enfrentó y superó décadas atrás

BUENOS AIRES.— El reino del revés. En eso parece haberse convertido el mundo en los últimos meses. La frase no alude a la célebre canción de la poetisa argentina María Elena Walsh.

Este es un reino real y complejo, temeroso y sorprendente, carente de cualquier atisbo de humor y plagado de riesgos. Un mundo de Estados alterados y donde muchas situaciones nacionales que antes parecían opuestas hoy caminan a encontrarse.

Estados Unidos, primera potencia y gendarme global, dejó al desnudo las fallas de sus motores económicos y político al salvarse de un default en los últimos segundos de un round digno de la saga de Rocky.

Con una clase política que se pone intransigente y a la que parece costarle entender qué es lo que está en juego, el país del norte viene de atravesar un trance que hasta no hace mucho parecía exclusividad de Argentina o de cualquier país en vías de desarrollo.

El sedimento que los congresistas de EU dejaron con la crisis de la deuda que mantuvo en vilo al país se asemeja al que suelen dejar las clases dirigentes de nuestros países. Las bolsas registraron pérdidas desde el lunes 1 de agosto, cuando se firmó el acuerdo, y el resto de la semana: las principales calificadoras de riesgo rebajaran el carácter de la deuda soberana de EU.

Hasta el economista Paul Krugman, en un artículo en The New York Times, calificó el acuerdo alcanzado en el Capitolio como “una catástrofe en plazos”, que arrastrará al país a una recesión más allá del 2013 “por el camino de las “repúblicas bananeras”.

Krugman va más allá. Observa al presidente Barack Obama cediendo ante las presiones, “claudicando” ante la oposición republicana que lo sometió a liderar un ajuste fiscal y que, al ver la conducta del presidente, lo obligará a más, hasta dudar de que la democracia estadounidense pueda funcionar.

Obama no es Fernando De la Rúa, ni mucho menos. En 2001, Argentina vivió una de sus peores crisis económicas, en la que se impuso el recordado “corralito financiero” y derivó con la salida forzada de De la Rúa del gobierno, ante las protestas. El mundo ha dado la vuelta y pareciera que una parte vive ahora sucesos que otras naciones ya vivieron, justo en estos días en que la coyuntura en la región está lejos de ser dramática.

En 1985, el cineasta argentino Gerardo Vallejo, uno de los principales exponentes del cine militante, filmó El Rigor del Destino, donde un trabajador zafrero ya entrado en años acudía a la escuela nocturna para terminar la primaria y allí se daba el lujo de dar vuelta el globo terráqueo. “Qué lindo que alguna vez ellos, el imperio, estuvieran acá abajo y nosotros allá arriba, ¿no?”, le planteaba a la maestra. No son pocos los países que, en la lógica de la fobia antiestadounidense, han caído en la tentación de ver en el personaje de Vallejo una feliz premonición.

Pero la crisis en EU también complica el panorama en Latinoamérica. El analista argentino Horacio Riggi, sostiene que el feroz ajuste que debe llevar adelante la administración Obama puede “obstaculizar el acceso al crédito para empresas en Latinoamérica y para filiales de multinacionales, o bien encarecer el acceso al dinero de las pequeñas y medianas empresas”.

“Esto se parece al reino del revés, pero estamos asistiendo a un reordenamiento económico mundial que a muchos emergentes los encuentra en buenas condiciones”, acota.

La debacle europea

En este mismo “reino del revés”, en el que los estadounidenses pagan los platos rotos de varias guerras alrededor del mundo y por haber castigado al presidente Barack Obama en las elecciones intermedias de noviembre, empoderando a los republicanos del Tea Party, Europa también aparece luchando contra la quiebra de varios de los países miembros de la Unión Europea (UE), hasta poner la integración y el euro en riesgo.

Grecia es el ejemplo más reciente. Las instituciones internacionales han tenido que salir en su rescate, en medio de protestas. En Italia y España se han encendido ya las señales de alarma.

José Luis Rodríguez Zapatero, el jefe de gobierno español, se vio obligado el 29 de julio a anunciar elecciones anticipadas, casi como cualquier presidente boliviano anterior a Evo Morales, y con reclamos en la Plaza del Sol que bien podrían parecerse a los que suelen verse en la del Quemado, en La Paz, o en la de Mayo, en Buenos Aires.

Mientras, en Perú, Alan García acaba de terminar su segundo mandato con 41% de aceptación y en las antípodas del descalabro que fue su primera gestión, gracias a aplicar muchas de las recetas económicas que solían recomendar los centros de poder en EU y Europa. Allá, en la otra mitad del mundo, están los bancos y las cajas luchando contra el huracán especulativo, en muchos casos sosteniendo sus estructuras con las ganancias en Latinoamérica, como es el caso de los bancos españoles Santander y BBVA, que tienen a México y a Brasil como dos de sus principales plazas a la hora de contabilizar los dividendos.

La plaga ha caído no sólo en la UE, sino en los países que históricamente prescindieron de ella, como Noruega, conocida por su tranquilidad y prosperidad. Hoy, la capital de la paz, donde cada año se entrega el premio Nobel, se ha convertido en un país azorado ante la violencia, con Oslo sumida en el dolor por las 76 muertes a manos de un fanático, Anders Behring Breivik.

No era un islamista ni un heredero de Osama bin Laden, sino admirador confeso de ex premier británico Winston Churchill y lector ocasional del filósofo John Stuart Mill, con un pasado como militante del derechista Partido del Progreso, que ostenta la segunda representación parlamentaria. Noruega se ocupó de evitar la “amenaza de Medio Oriente”, sin imaginar que el terror anidaba en el pacífico seno de Occidente.

Cada quien sus dictaduras

Y mientras países y regiones enteras van consumiendo sus propias realidades, generando imágenes y situaciones hasta no hace mucho difíciles de imaginar, con autoridades y gobiernos que buscan respuestas sin hallarlas con la rapidez que obligan las circunstancias, en el norte de África y Medio Oriente las dictaduras, que hasta hace poco eran moneda corriente y hasta bien vistas por la comunidad internacional, hoy han sido arrasadas, como en Túnez y Egipto, o luchan a sangre y fuego por sobrevivir, como sucede en el caso de Libia y Siria.

Nuestra Latinoamérica ya pasó por ahí. Muchos países de la región tuvieron su dictador y lograron librarse de él; hoy se vive en casi todas partes un ambiente de democracia, aunque algunos se resistan. En una gran paradoja, en tanto las economías de Estados Unidos y Europa se muestran en recesión o con escaso crecimiento, los inversionistas apuestan por Latinoamérica, la región que hasta no hace mucho era sinónimo de desconfianza y donde ahora, salvo excepciones como Venezuela o Argentina, el flujo de capital fluye gracias al crecimiento de las economías a lo largo de un decenio.

“Se abre un mundo de posibilidades para América Latina y hay países que están mejor preparados que otros para recibirlas. Brasil, Colombia, Perú y Chile, incluso Paraguay, están en una buena situación para recibir ese flujo de inversiones, producto de la crisis en otros lugares del mundo”, opina el economista Martín Redrado, ex presidente del Banco Central de Argentina.

Eso, si en este “reino del revés” —donde como decía María Elena Walsh “nadie baila con los pies y dos y dos son tres”—, lo que parecían certezas históricas en un mundo cada vez más globalizado y un poco más inseguro, no terminan por sucumbir.



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