SANA (Agencias).— Francotiradores de las fuerzas de seguridad yemeníes dispararon el viernes contra decenas de miles de manifestantes y mataron al menos a 46 cuando ingresaban a una céntrica plaza de la capital para exigir la salida de su autocrático presidente.

Mientras los efectivos escondidos en las terrazas tiroteaban metódicamente a los opositores, la policía selló la ruta de escape clave con una montaña de neumáticos ardiendo, convirtiendo en un campo de exterminio a la más concurrida de la serie de protestas antigubernamentales, que ya cumplen un mes.

Muchas de las víctimas, incluidos niños, tenían balazos en la cabeza y el cuello y sus cuerpos quedaron tendidos en el piso o fueron sacados por otros manifestantes que trataban desesperadamente de evitar que se desangrasen tapando sus heridas con pañuelos.

Es la acción más violenta hasta ahora por parte del régimen del presidente Alí Abdalá Saleh, un aliado clave, aunque incómodo, de Estados Unidos en la campaña contra Al-Qaeda. Saleh ha gobernado Yemen por 32 años.

Miles también se manifestaron el viernes en las ciudades de Taiz y Adan inspirados por el malestar que atraviesa el mundo árabe y que ha derrocado a los dictadores de Egipto y Túnez. Saleh declaró el estado de emergencia por 30 días para controlar las protestas.

Mientas tanto, el ejército de Bahrein destruyó ayer un monumento de 90 metros de altura en el centro de Manamá, de donde fueron retirados manifestantes chiítas este semana, borrando el símbolo de una insurrección.

Khalid bin Ahmed Al Khalifa, ministro de Relaciones Exteriores de Bahrein, dijo se derribó el monumento porque ´”era un mal recuerdo”.