SANÁ (Agencias).— Las fuerzas de seguridad yemeníes usaron ayer municiones y gases lacrimógenos contra los manifestantes que piden la dimisión del presidente Alí Abdulá Saleh, hiriendo al menos a 84 personas, según dijeron activistas.

Manifestantes en la ciudad de Taiz, al sur del país, dijeron que 80 personas resultaron heridas allí y otras cuatro en la capital, Saná. Asimismo, se registró una manifestación en la provincia de Mukalla, en la costa este, donde seguidores del presidente coreaban “El pueblo quiere a Saleh” o “No al caos y la destrucción”.

Estados Unidos, que considera a Saleh desde hace tiempo un baluarte contra la activa rama de Al-Qaeda con sede en Yemen, ha condenado el derramamiento de sangre y ha respaldado el derecho a celebrar protestas pacíficas. Pero también ha insistido en que sólo el diálogo puede poner fin a la crisis política.

En Bahréin, mientras tanto, autoridades arrestaron al menos a seis líderes opositores, un día después de que la represión de las protestas por parte de la mayoría musulmana chiita atrajera una inusual crítica del gobierno de Estados Unidos y aumentara los temores de un conflicto regional. Los opositores fueron arrestados por comunicarse con países extranjeros, por incitar al asesinato y a la destrucción de propiedad.

Fuerzas bahreiníes usaron tanques y helicópteros para desalojar a los manifestantes de un céntrico cruce en la capital. Tres policías y tres manifestantes murieron durante los violentos enfrentamientos registrados. La Alta Comisionada de las Naciones Unidas para Derechos Humanos (ACNUDH), Navi Pillay, dijo ayer que está “sumamente alarmada” por la intensificación de la violencia ejercida por las fuerzas de seguridad en Bahréin, y se quejó de la toma de hospitales y centros médicos por parte de las fuerzas de seguridad. Amnistía Internacional criticó lo que llamó “brutalidad” del régimen.