BUENOS AIRES.— Recluida como está, en la Granja do Torto (residencia de fin de semana del presidente), preparando la transición, la mandataria electa de Brasil, Dilma Rousseff, prepara lo que será su gabinete. Sin grandes sorpresas, con algunos nombres nuevos —que mantendrá guardados hasta su regreso de Corea del Sur, en la Cumbre de G-20 a la que llegará acompañando al presidente Luiz Inacio Lula Da Silva.

“No es una gran transición. El equipo de Lula es también el equipo de Dilma”, sintetiza un funcionario que goza de la confianza de ambos, quien es el que mejor habla español en todo el gabinete. Y de más está decir que también seguirá en funciones, según se lo aclaró la propia ex jefa de la Casa Civil,

Al designar el equipo de transición en días pasados, hubo escasas sorpresas. La reaparición al frente del equipo de Antonio Palocci, el ex ministro de Hacienda, al que un caso de corrupción terminó alejando del gobierno en 2005. “Palocci estará”, se limitan a señalar en el entorno de Dilma. Algunos lo indican como Jefe de la Casa Civil (virtual primer ministro), otros sólo como asesor.

El gabinete tendrá un gran número de mujeres. Graza Foster, una de las personas de más confianza de Dilma, podría ocupar la Casa Civil; vienen trabajando juntas desde que la ahora presidenta electa ocupó el ministerio de Minas y Energía.

Entre otras mujeres que mantendrán su cargo, según fuentes informadas. está Marcia Lopes, ministra de Desarrollo Social y combate contra el Hambre. Otra histórica del Partido de los Trabajadores (PT), la ex prefecta de Sao Paulo, Marta Suplicy, podría convertirse en ministra de las Ciudades. “Habrá un gran número de mujeres trabajando en el gobierno. Si Dilma no nombrara a mujeres estaría contradiciendo una de sus promesas de campaña”, aseguró José Dutra, presidente del PT y ex titular de la Petrobrás, quien también forma parte del equipo de transición.

En el viaje a Corea, Lula y Dilma terminarían de definir algunos temas de la transición. El presidente ya le había pedido a su sucesora que mantenga en el cargo al actual Ministro de Hacienda, Guido Mantega, y al presidente del Banco Central, Henrique Meirelles, a los que considera “los puntales” de su política económica.

“La estrategia económica no cambiará. Será profundizada”, aseguran los más allegados a Dilma, quienes opinan que la presidenta electa repite en privado lo mismo que en público. “No tenemos apuro en dar a conocer los nombres del equipo de gobierno”.

En lo que respecta a los apoyos parlamentarios, ahí está el siembre zigzageante Partido Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), para asegurar la base del oficialismo en ambas cámaras. Todo a cambio de “uno o dos ministerios”, la presidencia de una de las Cámaras y cargos de poder clave.

La incógnita es quién será el nuevo presidente del Senado; si volverá a ratificarse al ex presidente José Sarney, algo improvable, o si el cargo cae en alguien de los partidos aliados o de la oposición. Ahí está e ex gobernador de Minas Gerais, Aécio Neves. Se estima que en la segunda semana de diciembre, al regreso de Lula y Rousseff de Seúl, la danza de nombres ya se habrá achicado.

De lo que nadie duda en el gobierno es de la influencia de Lula en el futuro gobierno. Para los analistas lo más preocupante, hasta aquí, es que la triunfadora en las últimas elecciones “no ha dado muestras de independencia, de tener juego propio”.

Algo que, es cierto, no se vio y seguro que no se verá hasta que comience a desandar su gestión. Y es que aquí no sólo salió electa Rousseff, sino que Lula, puede decir que fue plebiscitado y resultó ganador.