PARÍS (Agencias).— Fuerzas especiales de seguridad se abren camino entre los bloqueados depósitos de gasolina. Estudiantes incendian la basura que se amontona en las calles. Largas filas de automóviles se acumulan frente a las gasolineras y los accesos a los aeropuertos estaban bloqueados. En Francia reina el caos. Pero el presidente Nicolas Sarkozy se ha mostrado firme y ordenó ayer despejar los depósitos bloqueados. Asegura que la reforma de pensiones va a continuar su curso.

Las importaciones de combustible llegaron a un máximo histórico el martes, dijo el gobierno, que buscaba poner fin a un bloqueo de 24 días en el principal puerto petrolero de Francia cerca de Marsella, donde 51 tanqueros estaban paralizados en el Mediterráneo sin poder atracar.

Con casi un tercio de las 12 mil 500 estaciones de servicio del país sin combustible o con escasez, la Policía también podría ser desplegada para despejar el acceso a refinerías petrolera en huelga, según la orden de Sarkozy.

En 2007, una huelga de transporte de nueve días costó a Francia cerca de 550 millones de dólares por día, de acuerdo al Ministerio de Economía, aunque analistas no prevén que las huelgas de estos días cuesten tanto dinero. El gobierno de centroderecha se ha mantenido firme ante la ola de protestas y huelgas iniciadas el pasado verano boreal.

Pero la prueba más seria a su resolución han sido las huelgas que comenzaron el martes pasado en las 12 refinerías del país y los disturbios de la semana en el marco de las manifestaciones en Lyon y un suburbio del oeste de París.

El presidente Sarkozy dijo previamente que no dejará que se paralice el país por las protestas contra una reforma que busca elevar la edad de retiro de 60 a 62 años. “Si este desorden no termina rápidamente, el intento de paralizar el país podría tener consecuencias para los empleos al interrumpir el funcionamiento normal de la economía”, dijo el mandatario durante una reunión de gabinete en comentarios difundidos por su despacho.

Con una votación en el Senado prevista esta semana, los sindicatos trataban de aumentar la presión sobre sectores cruciales de la economía con un noveno día de huelgas en refinerías, paralizaciones de los camioneros en las principales rutas y movilizaciones en los aeropuertos regionales.

La Policía liberó el acceso a 21 depósitos de petróleo desde el viernes, aunque el miércoles se volvió a formar una barricada en Donges.