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Ocho años de éxitos y escándalos políticos

José Vales/ Corresponsal| El Universal
Domingo 03 de octubre de 2010
Ocho aos de xitos y escndalos polticos

CIERRE. El presidente Luiz Inacio Lula da Silva, al centro, alza la mano de Dilma Rousseff, favorita para ganar los comicios de hoy. (Foto: SILVIA IZQUIERDO AP )

El mandatario brasileño culmina su gestión con logros como el combate a la pobreza, pero con deudas ambientales

BUENOS AIRES.— Dilma Rousseff es la candidata, pero el presidente Luiz Inacio Lula Da Silva es quien se está jugando en las mesas electorales su legado de ocho años de gestión.

La suya es una administración con altos y bajos, con sensibles desviaciones con respecto a las propuestas originales del Partido de los Trabajadores (PT), con algunos escándalos y otros “milagros” (como el petrolero). Pero, a decir por los números, han sido los mejores ocho años de Brasil. Al menos del último medio siglo. Fue la etapa en la que el gigante sudamericano emergió con fuerza como una potencia regional.

Lula tiene 82% de popularidad, un nivel inédito para un presidente al que no le afectaron los reiterados casos de corrupción que sí, en cambio, le costaron la cabeza a hombres claves de su gobierno como José Dirceu, el antecesor de Rousseff en la Casa Civil, y Antonio Palocci, ex ministro de Hacienda.

Sin embargo, Lula quedó en deuda con sus aliados históricos del Movimiento Sin Tierra (MST) en la erradicación de tierras cultivables; también ha sido severamente cuestionado por los ecologistas debido a su política en el Amazonas, que llevó a la disidencia a la ex ministra de Medio Ambiente, Marina Silva, hoy candidata a la presidencia por el Partido Verde y quien podría convertirse en la culpable, con su 14% de intención de voto, de llevarse sufragios que a Rousseff le servirían para ganar tranquila en primera vuelta.

“El gobierno se inclinó por una política favorable a las multinacionales de granos y a descuidar la conservación del Amazonas para privilegiar los grandes negocios de los cultivos intensivos y de los agrocombustibles (etanol)”, disparó reiteradamente Silva, discípula del asesinado ecologista Chico Mendes.

Esto en lo que se refiere al Lula de antes de llegar al Palacio del Planalto en 2003. Pero el Lula que hoy busca asegurar su sucesión por medio de un “lulismo sin Lula”, estuvo más preocupado por mantener las políticas iniciadas por su antecesor, Fernando Henrique Cardoso (1995-2003), pero poniendo énfasis en la cuestión social. Gracias a eso, en estos dos periodos presidenciales 30 millones de brasileños lograron ingresar a la clase media, según cifras de 2009 de la Fundación Getulio Vargas.

Su determinación para fortalecer a la burguesía nacional y para generar un sólido mercado interno derivó en que se crearan 14 millones de nuevos empleos, con un salario mínimo que se incrementó en 53%, sin contar el lastre inflacionario de casi 27% en los últimos siete años.

Estas políticas redundaron de inmediato en el aspecto social: casi 20 millones de personas salieron de la extrema pobreza.

Capitalización histórica

“No ha sido en Frankfurt, ni en Londres ni en Nueva York. Ha sido en Sao Paulo, aquí en la Bovespa (la Bolsa de Sao Paulo), donde hemos logrado el mayor proceso de capitalización de la historia del capitalismo mundial”, anunció Lula en días pasados cuando, con orgullo, celebró el hecho de que Petrobras se convirtiera en la cuarta empresa petrolera del mundo, detrás de Exxon, Petrochina y Apple Oil, algo que para los inversionistas es motivo de tanta algarabía como lo fue para los brasileños el haber ganado ser sede del Mundial de futbol (2014) y los Juegos Olímpicos (2016).

El descubrimiento de nuevos yacimientos petroleros marítimos ayudaron sin duda a Petrobras y esto, junto con la explosión de las exportaciones de alimentos como café, azúcar, carne y cítricos, y el dinamismo que cobró la producción de etanol, llevó al país a convertirse en la octava economía mundial.

Para este año, el gobierno espera un crecimiento de 6.5% del PIB y que el desempleo se ubique en 6.7% y la inflación en el 5.5%, pero Brasil aún tiene un largo camino que recorrer en la lucha por erradicar el hambre, una de las promesas del presidente en 2003, cuando llegó al poder. Otro largo camino deberá recorrer el gigante sudamericano si quiere convertirse en una nación desarrollada, ya que el retraso en materia de infraestructura educación y salud aún es notorio.

Hoy, Rousseff no sólo recibirá los votos de los sectores más empobrecidos de la sociedad o de ese nordeste postergado en el que el gobierno enfocó la mayor parte de sus recursos en materia social. También la votarán muchos de los brasileños acaudalados que en estos años vieron incrementar su patrimonio.

De acuerdo con el economista francés Pierre Salama, los brasileños con más de mil millones de dólares en activos financieros crecieron más de 19% solamente entre 2006 y 2007.

Lo anterior, aunado a que 42.5% de la riqueza nacional está en manos del 10% de la población y que el 10% más pobre de la población recibe el 1.2% del PIB, según los datos del Instituto Brasileño de Geografía y Estadísticas (IBGE), explica por qué el país retiene el título de “campeón mundial” en la materia.

Aun con estos contrastes, Lula no sólo puede jactarse de haber construido un liderazgo que raya en el mito, o de haberle dado vida a un nuevo bloque de poder político con base en el PT, sino también de haber gobernado, con aciertos y con errores, con avances y cuentas pendientes, los mejores ocho años de Brasil en el último medio siglo, algo que sólo puede compararse con un carnaval.

 

 



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