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Los desastres que el año dejó

Verónica Rosas González| El Universal
Miércoles 30 de diciembre de 2009
Sismos, inundaciones, trenazos, avionazos, nevadas e incendios dejaron miles de personas muertas y otras tantas sin hogar

veronica.rosas@eluniversal.com.mx

Desastres naturales cada vez más potentes azotan al mundo. Huracanes, lluvias, tormentas de nieve, deslaves, incendios y sismos dejaron en 2009 cientos de muertos.

A esas tragedias se sumaron accidentes aéreos, choques de trenes y hundimientos de ferris, que también dejaron un saldo mortal considerable.

Fueron varios los accidentes aéreos ocurridos este año. El que más muertos dejó y más expectación generó, por las circunstancias que lo rodearon, tuvo lugar en Brasil. El 1 de junio, un Airbus A330 de Air France desapareció de repente de los radares cuando sobrevolaba el Atlántico en medio de fuertes tormentas eléctricas. A bordo iban 228 personas con destino a París. Durante días nada se supo del avión. Una mínima parte de los restos de la aeronave y sus pasajeros fueron hallados más tarde, tras una larga búsqueda.

El 30 de junio, esta vez sobre el océano Índico, 153 personas fallecieron cuando un vuelo de Yemenia Jet, un Airbus A310 que iba hacia las islas Comoros intentó un aterrizaje forzoso. En medio de la tragedia hubo una nota feliz: una joven de 14 años logró sobrevivir al accidente. Bakari Baya, quien apenas sabía nadar, se aferró a un trozo del avión y los rescatistas la encontraron en medio de una mancha de combustible.

El 15 de julio, en Irán, otro incidente dejó 165 muertos cuando un avión de Caspian Airlines chocó en su ruta de Teherán a Yerevam, Armenia. Nueve días después, 16 personas perdieron la vida cuando un vuelo de Aria Air perdió pista y se incendió en Mashhad.

El 15 de febrero, 49 personas fallecieron cuando un vuelo de Continental Airlines que iba de Newark a Buffalo chocó contra varias casas, cuando se alistaba para el aterrizaje.

La tierra se mueve

Los terremotos más mortales de 2009 tuvieron lugar en Indonesia e Italia. En el país asiático, el 30 de septiembre un sismo de 7.6 grados en escala de Richter azotó la isla de Sumatra y mató a más de mil personas, atrapadas bajo los escombros de edificios colapsados, principalmente en la ciudad de Padang.

Varios meses antes, el 6 de abril, la región italiana del Abruzzo se vistió de luto cuando pueblos enteros quedaron destruidos por un sismo de 6.5 grados.

L’Aquila, considerada una joya medieval de Italia por sus edificios históricos, quedó en ruinas. Hubo más de 200 muertos y miles quedaron sin hogar.

Los estragos del agua

El azote de este año en muchas regiones fueron los aguaceros. Tormentas inusualmente intensas y largas.

En el Salvador, deslaves e inundaciones dejaron unos 140 muertos en noviembre, como resultado de lluvias torrenciales que el gobierno dijo fueron similares a las que descargara el huracán Mitch en 1998. Miles de personas perdieron sus casas.

En el mismo mes, miles fueron desalojados de sus poblados en Uruguay y Argentina, donde precipitaciones fluviales provocaron la crecida de los ríos, que se desbordaron dañando poblados enteros. Apenas en enero los argentinos habían sufrido la que calificaron como su “peor tragedia natural” en el norte del país en los últimos años: un alud de agua y lodo mató a dos personas. Cerca de 4 mil abandonaron la provincia de Salta.

En verano, las lluvias de monzón y en el otoño las provocadas por huracanes y tormentas, dejaron decenas de muertos y provocaron que miles de familias perdieran sus hogares en India.

No deja de resultar paradójico que cada año India espere ansiosa la temporada de lluvias monzónicas, aunque sean devastadoras, porque constituyen su principal fuente de agua para la agricultura, que representa el 17% del Producto Interno Bruto (PIB) del país. Cada año se repiten las imágenes de poblados enteros inundados, caminos bloqueados y gente que se queda sin hogar.

La nieve y el viento

A principios de año, inusuales tormentas de nieve, acompañadas de fuertes vientos, hicieron estragos en Estados Unidos y Europa.

Entre el 27 y el 28 de enero los estados de Arkansas, Kentucky, Missouri, Ohio, Oklahoma y Texas se vieron gravemente afectados por las tormentas. Hubo al menos 23 muertos, cortes de luz y suspensión de clases. Del otro lado del mundo, el 24 de enero, en España y Francia los vientos alcanzaron más de 100 kilómetros por hora y los expertos indicaron que desde 1999 no se registraba un fenómeno similar. Hubo 15 muertos.

Ferris y trenazos

A lo largo del año se registraron más de tres accidentes de ferris, pero fue el del 12 de enero, en Indonesia, el que tuvo las peores consecuencias. Unas 267 personas que viajaban a las islas de Sulawesi perecieron cuando la embarcación se hundió durante una tormenta. Botes pesqueros lograron rescatar a poco más de 20. El resto simplemente desapareció en el mar. El 22 de junio, a la hora pico, dos trenes chocaron en Washington y murieron nueve personas.

El 8 de agosto, un avión y un helicóptero colisionaron en el aire sobre el río Hudson. Perecieron 10 personas.

Incendios

En el sur de Australia, unas 200 personas perdieron la vida en cientos de incendios forestales, algunos de ellos premeditados, que se fueron extendiendo y se volvieron casi imposibles de controlar. La desesperación aumentaba y los bomberos no podían frenar el avance del fuego. Entonces surgió una escena que conmovió al mundo: un bombero rescató a una pequeña osa koala llamada Sam. Tenía la pata quemada y dejó que el bombero le diera agua, se acercara y la pusiera a salvo. Un video grabado con un celular guardó la escena para compartirla con todo el mundo.

 

 



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