TEHERÁN.— Bajo su amplio chador (una capa negra que cae hasta los pies y sólo deja ver el rostro) y con una sonrisa que no se concretaba, la mujer había prometido llevarme a donde había visto cómo policías y milicianos Basij mataban a un joven opositor, cerca de la avenida Enghelab. De su mano venía su hija, una joven con jeans y gafas oscuras.

Habíamos avanzado sólo unos metros cuando la madre rompió en llanto. “¡Perdieron el respeto por Dios! ¡Cruzaron la línea! Mataron gente. Y ahora los llaman terroristas. Tal y como lo hizo el sha cuando la gente de (el ayatola Ruhola) Khomeini se manifestaba en su contra (1978-79). La historia ha hecho un círculo. Ahora les toca a ellos ser derrocados. ¡Muera (el ayatola Ali) Khamenei!”

La hija la llevó a la sombra, bajo la cornisa de un edificio, y trató de calmarla. La mujer lloraba con espasmos. Quería gritar de nuevo, pero se lo impedían. De un tirón, la muchacha levantó a la madre y la empezó a arrastrar. Un miliciano basij venía hacia nosotros. “¡Vete!”, me dijo la chica, “¡ya!”. Di la vuelta hacia la calle. “¡Aló, aló!”, llamó el tipo. Caminé rápido sin voltear a verlo, esquivando los coches y las motocicletas con la habilidad que sólo en Irán se puede adquirir. “¡Aló!”, escuché desde el otro lado del flujo de vehículos.

Estado de sitio de facto. No declarado. Sin reglas específicas. Uno aprende lo que se puede hacer y lo que no viendo lo que pasa. Los policías antimotines y los milicianos basij descubren lo que pueden hacer y lo que no probando a hostigar al transeúnte. Ellos tienen el poder. Nosotros sólo tenemos que transcurrir pasivamente por los dominios temporales de cada uno de ellos. No mirarlos. No responder. Sólo aceptar.

No se vale, aprendimos, que la gente se reúna en grupos de cuatro y más. Eso es atraer la furia inmediatamente. Alaridos, patadas, macanazos. Posible arresto.

Tampoco es buena idea portar nada de color verde. Mmmm, no. Eso sí que está muy mal. Golpiza segura. ¿Y ser periodista? Eso no lo sabemos por nada que haya ocurrido hoy (ayer); ya no los hay por las calles. Los extranjeros fueron expulsados o les han ordenado permanecer en sus oficinas. Los nacionales están en prisión (23, dijo Reporteros sin Fronteras) o son lamentables miniportavoces del régimen.

El mismo régimen que mató a su gente el sábado. Quién sabe a cuántos. Ellos dicen que sólo a 10. Y que eran “terroristas armados”. Deben haber sido muy inútiles, porque a pesar de sus armas, sólo ellos murieron. Del lado del gobierno, nadie.

¿Neda era terrorista? Búsquenla en YouTube. Basij shots to death a young woman. Dura menos de un minuto. El último de su vida. Le brota mucha sangre, cuidado. Tenía 22 años, todo por delante. Quien subió el video dice que ella estaba parada el sábado, con su padre, mirando a los manifestantes, cuando recibió un tiro en el centro del pecho. De un francotirador basij. Desde una azotea.

CNN y otros medios que lo difundieron advierten que no pueden verificar su autenticidad. Yo fui a buscar el lugar, la esquina de la avenida Karekar con Khosravi, para ver si hallaba pistas. En Teherán hay muchos policías, pero ahí había más. Hacían preguntas, sólo dejaban pasar a residentes. No pude acercarme. ¿Qué esconden?

Ahí encontré a esta otra mujer, “soy buena musulmana”, me decía en inglés británico desde debajo de su chador, “y quiero que mi hija pueda elegir cómo vestirse, y cómo vivir, que no se lo impongan. Yo adoraba a nuestro líder supremo (Khamenei). Pero él ordenó el ataque. Él no puede ser el representante de Dios”.