WASHINGTON.— Clausurar la prisión militar de Guantánamo fue una promesa que le ayudó a conquistar la Presidencia y cosechar los aplausos de la comunidad internacional.

Hoy, el presidente Barack Obama no ha abandonado sus planes de cerrar ese centro de tortura y detención, pero sí ha renunciado a la posibilidad de liberar y acoger en Estados Unidos a los detenidos que hayan sido liberados de todo cargo. De esta forma busca complacer a quienes desde el Congreso se niegan a “reubicar a terroristas en los barrios y ciudades de la nación”.

Fuentes de la administración citadas por The Washington Post han reconocido que en medio de delicadas negociaciones en el Congreso para sacar adelante algunas de las iniciativas más importantes para Obama, la Casa Blanca ha preferido ceder a las presiones de demócratas y republicanos para que los liberados de Guantánamo no vayan a parar a EU.

Como parte de esta estrategia, el gobierno de Obama negocia con países de la Unión Europea, de Asia y Oriente Medio la futura reubicación de estos detenidos. Sin embargo, analistas coinciden en señalar que algunas de estas naciones, principalmente las europeas, podrían abandonar su colaboración y disposición inicial ante la decisión de EU de no acoger a ninguno de los prisioneros de Guantánamo.

La reubicación de los prisioneros de Guantánamo, que poco a poco han comenzado a encontrar acomodo en países tan lejanos como la isla de Palau o que han sido repatriados a Irak y Siria, no resolverá el futuro de los más de 240 detenidos en la cárcel militar que el presidente Obama prometió clausurar como testimonio del cambio anunciado por su gobierno.

Entre las negociaciones en curso, los emisarios de Obama mantienen sus esperanzas depositadas en países como Alemania, Australia y Arabia Saudita, que aún no deciden el número de prisioneros que podrían recibir ante la misión imposible que encara la Casa Blanca para reubicar a los prisioneros en EU.