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El horror del caos afgano

CARLOTA GALL/TAIMOOR SHA•THE NEW YORK TIMES| El Universal
Sábado 16 de mayo de 2009
Las bombas era tan poderosas que las personas fueron destrozadas. Los sobrevivientes dijeron que recogieron partes de algunos cuerpos. Varios lugareños narraron que no pudieron reconocer a los muertos y que nunca encontraron a algunos de sus familiares

FARAH, Afganistán — El número de civiles muertos por los ataques aéreos estadounidenses en la provincia de Farah la semana pasada puede no ser conocido nunca. Pero los aldeanos, incluyendo dos muchachas que se recuperan de quemaduras, describieron una devastación que funcionarios y trabajadores de derechos humanos califican como el peor episodio de bajas civiles en ocho años de la guerra en Afganistán.

“Estábamos muy nerviosas y temerosas y mi madre dijo: vengan pronto, vamos a buscar un lugar seguro”, contó Tillah, de 12 años, recordando en su cama de hospital cómo mujeres y niños huyeron del bombardeo, refugiándose en un recinto que luego fue atacado.

Las bombas era tan poderosas que las personas fueron destrozadas. Los sobrevivientes dijeron que recogieron partes de algunos cuerpos. Varios lugareños narraron que no pudieron reconocer a los muertos y que nunca encontraron a algunos de sus familiares.

Funcionarios gubernamentales han aceptado listas manuscritas compiladas por los pobladores que dan cuenta de 147 civiles muertos. Un grupo afgano de derechos humanos dijo que había contabilizado 117 muertes — incluyendo 26 mujeres y 61 niños— en sus pesquizas. Funcionarios estadounidenses señalan que incluso el dato de 100 muertos es una exageración, pero aún no han dado su propia cifra.

La desgracia en la localidad de Granai, 28 kilómetros de aquí, plantea en los términos más sombríos un reto para la administración Obama, que ha decidido desplegar más de 20 mil tropas adicionales y designar a un nuevo comandante, el teniente general Stanley A. McChrystal, en su búsqueda de un nuevo enfoque para combatir a la insurgencia Talibán.

Bombardeos como éste han volteado a muchos afganos contra el gobierno apoyado por Estados Unidos y contra la presencia militar extranjera. Los sucesos de Granai han levantado otra vez interrogantes sobre la conveniencia y la eficacia de los ataques aéreos en una guerra de guerrillas en la cual la insurgencia se mezcla deliberadamente con la población civil para pelear y huir.

Los insurgentes Talibán saben de esta debilidad y la aprovechan, admiten oficiales afganos y estadounidenses. Farah, una vasta provincia en el oeste, tiene pocas fuerzas especiales extranjeras e instructores que trabajen con la policía afgana y las unidades del Ejército. Sacando provecho de esa situación, los rebeldes buscan tomar el control de Granai y provocar una batalla enconada pasando sobre la población civil, argumentaron funcionarios afganos y estadounidenses.

Después de horas de lucha con numerosas bajas, las fuerzas estadounidenses recurrieron a su arma más poderosa, los ataques aéreos, en al menos tres blancos de la localidad.

El apresurado entierro masivo de las víctimas y la constante presencia de los insurgentes en la zona han entorpecido las investigaciones. Se aconsejó a los periodistas no viajar a Granai. Algunos de sus moradores fueron entrevistados aquí, en Farah, la capital de la provincia, a donde vinieron para cobrar indemnizaciones, y en la provincia vecina de Herat, donde algunos recibieron atención médica.

Muchos de los relatos de los aldeanos coinciden con las versiones del vocero militar de Estados Unidos, coronel Greg Julian, y del jefe policial provincial, coronel Abdul Ghafar Watandar. Pero difieren en un punto importante: si el Talibán ya había dejado Granai antes de que el bombardeo comenzara.

La ira es particular entre los aldeanos que dicen que el bombardeo ocurrió después de que el Talibán había dejado la localidad al anochecer y la lucha ya había menguado, tanto que muchos hombres acudieron a la oración de las siete de la noche y regresaron para compartir la cena con sus familias.

El jefe de la policía sostuvo que la lucha continuó esporádicamenete bien entrada la noche y que el Talibán probablemenete estuvo en la localidad hasta la una de la mañana.

En cualquier caso, los aviones estadounidenses bombarderon después de las ocho de la noche en varias incursiones cuando la mayoría de los pobladores pensaba que el combate había terminado. Cualquiera que sea el verdadero número de bajas, es claro para los aldeanos que docenas de mujeres y niños fueron muertos después de que buscaron protegerse.

Una delegación conjunta del gobierno afgano y el Ejército estadounidense visitó Granai la semana pasada, pero volvió profundamente dividida en sus conclusiones. El gobierno afgano dijo que 140 civiles fueron muertos y 25 resultaron heridos, y que 12 casas fueron destruidas.El Ejército de Estados Unidos dijo que ese número era exagerado. Esta semana, un emisario militar arribó a Afganistán para realizar una investigación detallada para el comandante militar de la región, general David H. Petraeus.

 



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