WASHINGTON.— Doce. Ese es el número de presidentes que han desfilado desde que Estados Unidos vivió su última Gran Depresión (1929) hasta la era de nuevas incertidumbres que Barack Obama se dispone a gestionar a partir del 20 de enero.

“El éxito o fracaso del presidente Barack Obama dependerá, sobre todo, de las acciones que tome en el primer año de su gobierno”, prevé el premio Nobel de Economía Paul Krugman, en una carta abierta en la que advierte lo que la clase media había resentido desde hace más de un año en sus bolsillos: que la crisis económica “es peor de lo que nadie ha imaginado”.

“El último presidente que enfrentó una situación similar fue Franklin Delano Roosevelt y (Obama) puede aprender mucho de su ejemplo”, dijo Krugman al advertir que, si bien el próximo presidente tendrá que emular y aprender de los aciertos de Roosevelt y de todos aquellos que le precedieron en la Casa Blanca, también deberá tener mucho cuidado de no repetir sus mismos errores.

El 20 de enero, Obama jurará como presidente sobre la misma Biblia que utilizó Abraham Lincoln, el mandatario que le ha servido de inspiración y modelo para tratar de unir al país en momentos de crisis. Y, al igual que Lincoln, Obama ha buscado la conformación de un gobierno que le permita reunir y conciliar la fuerza e inteligencia de algunos de sus antiguos adversarios, como Hillary Clinton y Joe Biden.

De hecho, uno de sus libros de cabecera Team of rivals (Equipo de rivales) de la historiadora Doris Goodwin, le ha servido para emular los pasos de Lincoln en la creación de un gabinete a la medida de las circunstancias, en el que ha echado mano de los políticos más experimentados y preparados para que le ayuden a rescatar al país, aunque estos hayan recurrido en el pasado a las tretas más sucias para tratar de frustrar su candidatura.

Pero mientras Obama ha querido mirarse en el espejo de Lincoln, muchos de sus seguidores le han comparado con John F. Kennedy por su capacidad para infundir esperanza y arrebatar del desencanto y la apatía a millones de electores que lo han visto como la promesa del cambio. Pero la irrupción de la peor crisis en décadas ha hecho inevitable que todo el mundo lo compare hoy con Roosevelt, quizá con el deseo de que, al igual que ocurrió con aquel, Obama sea capaz de salvar a la nación del abismo y frustrar las voces de quienes han comenzado a pronosticar el fin del imperio.

“Cuando Roosevelt era presidente, uno de cada cuatro ciudadanos estaba sin empleo. Pero, a diferencia de los 30, EU cuenta hoy con mejores mecanismos y herramientas para salir del atolladero”, consideró Diana Sheets, escritora, novelista e investigadora del Departamento de Historia de la Universidad de Illinois.

“Además, Obama ha tenido la inteligencia para conformar un gabinete de centro moderado con algunas de las mentes más brillantes. Y creo que ese es un buen comienzo para conciliar posturas y recabar el apoyo que necesitará para responder de forma rápida y eficaz a favor de una solución a la crisis económica”, señaló Sheets. Añadió que “Obama no es Jesucristo y no puede hacer milagros. Pero tampoco imagino que bajo su mandato vayamos a sufrir cuatro años de miseria…”

A pesar de que el primer reto de Obama será rescatar al país de la crisis —que ha arrojado un promedio de medio millón de desempleados en los últimos cuatro meses—, su principal reto será garantizar la creación de un sistema social justo y equitativo en el mediano plazo. “Roosevelt no sólo reconstruyó el país, sino que fue el creador de la Seguridad Social que, hasta la fecha, sigue protegiendo a millones de estadounidenses”, apuntó Krugman al establecer así el listón que en el terreno de la justicia social tendrá que superar Obama para asegurar su lugar en la historia y garantizar el éxito de su presidencia.