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Una triste Navidad

WILBERT TORRE•CORRESPONSAL| El Universal
Sábado 06 de diciembre de 2008
La gente no compra y muchas tiendas en Estados Unidos cambian sus letreros de rebajas por los de liquidación por quiebra

WASHINGTON.— Hay una escena que se ha vuelto dramáticamente habitual en Estados Unidos, en los días que anteceden a la que será la Navidad más triste en varias décadas: son muchas las tiendas que han sustituido los tradicionales letreros de “sale” (rebajas) por otros que anuncian: “going out of busines” (liquidación por quiebra).

Es el caso, por ejemplo, de Lines and Things, un popular almacén de enceres domésticos: el fin de semana pasado cientos de personas salieron de ahí con las manos repletas de bolsas con artículos rebajados.

Parecían las imágenes de un saqueo urbano. La tienda ofrece descuentos de entre 40 y 60% más un 20% adicional, en un intento desesperado por vaciar sus anaqueles antes de cerrar.

Lo mismo sucede con Circuit City, uno de los almacenes de artículos electrónicos más famosos del país. Quebró igual que cientos de negocios y ahora sus propietarios hacen lo imposible por recuperar un poco de lo perdido.

Pero ese es apenas el inicio de una tragedia en episodios. Los negocios quiebran y al cerrar sus puertas salen de ahí sin empleo miles de estadounidenses.

Esta recesión ha partido al país en una colección de individuos afortunados y otros sin fortuna: las quiebras que para unos representan quedarse en la calle y tal vez perder sus casas y sus ahorros, para otros se convierten en la oportunidad imperdible de comprar lo que en otras circunstancias no podrían.

“¡Es ahora o nunca!”, exclamó Marco Moreno, procedente del estado de México, quien en un viaje al centro comercial se compró tres pares de zapatos. Otra familia peruana compró por 300 dólares una cantidad de ropa de niña que en circunstancias habituales hubiera costado cuatro veces más.

La recesión ha transformado al país y a la economía más poderosa del mundo en una sucesión de actos de sobrevivencia casi desesperada.

El viernes pasado, en el llamado Viernes Negro que inaugura la temporada de rebajas, miles de familias repletaron los shoping malls con la idea de aprovechar los descuentos de locura lanzados por los almacenes para recuperar las pérdidas que habían arrastrado en el año.

Ese viernes significa mucho más que un día de compras: es una fecha vital para la economía de Estados Unidos. Ese y los días siguientes los centros comerciales se convierten en el escenario múltiple de una danza de miles de millones de dólares.

Este año las ventas aumentaron 3% a diferencia del anterior, la ganancia más pequeña para un Viernes Negro en los últimos años. Las ventas ascendieron a 10 mil millones de dólares. Pero ese viernes pasó y con él se fueron los compradores.

Ahora, cuando se cuentan los días para la llegada de la Navidad, las tiendas de ropa y artículos electrónicos parecen una zona de desastre: pasillos desolados, propietarios malhumorados y clientes que lanzan miradas furtivas a los precios de los productos, que los tientan con rebajas del tamaño de la recesión.

“Aproveche: 75% de descuento sólo este día”, anunciaban ayer decenas de tarjetitas rojas y blancas desplegadas por Macy´s, uno de los almacenes más populares (y más vacíos) del país.

 

 



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