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La venganza de Sarkozy

ENRIQUE F. MOLINERO•CORRESPONSAL| El Universal
Sábado 29 de noviembre de 2008
El refrán popular señala que la venganza es un manjar que debe comerse frío. En el caso de Nicolas Sarkozy, la venganza puede ser un “placer de los dioses”, como solía decir su compatriota Alejandro Dumas, si se acepta la creencia de que los presidentes franceses son seres humanos que suelen actuar como un dios terrenal

BERLÍN.— El refrán popular señala que la venganza es un manjar que debe comerse frío. En el caso de Nicolas Sarkozy, la venganza puede ser un “placer de los dioses”, como solía decir su compatriota Alejandro Dumas, si se acepta la creencia de que los presidentes franceses son seres humanos que suelen actuar como un dios terrenal.

Hace una semana, el boletín oficial de la República francesa publicó un decreto firmado por Sarkozy en el que estipula que el grado de gran oficial de la Legión de Honor, la condecoración más prestigiosa del país, corresponde de pleno derecho a los antiguos primeros ministros que han ejercido sus funciones durante “dos años como mínimo”.

La fijación del plazo no fue una casualidad y todo el país entendió que el decreto era la más reciente venganza de Sarkozy contra su mejor enemigo, el ex primer ministro Dominique de Villepin, su eterno rival político y de quien se sospecha que conspiró, junto con Jacques Chirac, para impedir que el actual mandatario galo llegara al Elíseo.

Alain Juppe, por ejemplo, actual alcalde Burdeos y buen amigo de Sarkozy, ejerció el cargo de primer ministro durante dos años y 15 días, pero de Villepin fue el inquilino del Palacio de Matignon durante un año, 11 meses y 15 días. La “casualidad” del decreto presidencial dejó a de Villepin sin la codiciada condecoración y abrió un nuevo frente de lucha entre los eternos rivales, que iniciaron una guerra sin cuartel en 2004.

Ese año, Francia vivió su propio “Watergarte” cuando salieron a la luz acusaciones que resultaron ser falsas y anónimas, de que Sarkozy y otros políticos tenían cuentas secretas en una entidad financiera con sede en Luxemburgo, llamada Clearstream, relacionadas con la venta de seis fragatas a Taiwán, en 1991.

A comienzos de ese año, Dominique de Villepin, entonces ministro de Asuntos Exteriores, pidió al responsable de los servicios secretos, el general Philippe Rondot, que investigara los rumores de corrupción vinculados a la venta de las fragatas. Poco después, un juez recibió un CD que contenía listas bancarias en las que numerosas personalidades empresariales y políticas figuraban como beneficiarias de pagos ilegales.

Entre las personalidades políticas figuraban los nombres de Sarkozy, entonces ministro de Economía y serio aspirante a convertirse en el sucesor de Chirac y del líder socialista, Dominique Strauss-Kahn, quien nunca ha ocultado sus deseos de convertirse en el principal inquilino del Elíseo.

Un año después, el juez encargado del caso pudo demostrar que las informaciones habían sido manipuladas para “intoxicar y desacreditar a personalidades políticas”. Fue entonces cuando Sarkoy decidió querellarse contra “X”, pidiendo la intervención de la justicia.

La bomba estalló el 28 de marzo de 2006 cuando el vespertino Le Monde, citando documentos oficiales de la investigación, reveló que el general Philippe Rondot había declarado ante los jueces que había recibido el encargo de De Villepin de involucrar falsamente a políticos y empresarios, entre ellos a Sarkozy, siguiendo instrucciones directas de Jacques Chirac.

Hace un mes, la fiscalía pidió el procesamiento del ex primer ministro. Los jueces encargados del caso deben decidir ahora si aceptan la petición de la fiscalía.

Si lo hacen, el ex primer ministro deberá hacer frente a los cargos de “complicidad en denuncia calumniosa”, “complicidad en el uso de documentos falsos” y “encubrimiento de robo y abuso de confianza”. Si es encontrado culpable, Dominique de Villepin podría convertirse en el primer ex primer ministro de la Grand Nation en ser condenado a una pena de cinco años de cárcel.

 



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