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Despiertan al gigante dormido

Wilbert Torre Enviado| El Universal
Miércoles 05 de noviembre de 2008
Un ejército de voluntarios se moviliza para preguntar a los inmigrantes “¿ya votó usted?” y motivarlos a hacerlo

CHICAGO.— A las cinco de la mañana comenzó la jornada de Artemio Arreola. Miles de negros salieron a votar en el sur de Chicago, como si se tratara de un asunto personal. También lo era de alguna manera para él, un líder comunitario que dirige una coalición de inmigrantes de todas partes. “No nos podemos quedar atrás”, dijo y salió dispuesto a despertar un gigante dormido por décadas: el voto latino.

Unas horas más tarde, Arreola parecía un embajador universal impartiendo instrucciones a hordas de voluntarios adolescentes que, enfundados en unos chalecos michoacanos, tocaban las puertas de casas en barrios habitados por miles de hispanos, negros y asiáticos para hacer una pregunta: “¿Ya fue a votar?”.

Si la respuesta era “no” y los habitantes de la casa estaban dispuestos a votar, los jóvenes —un grupo compuesto por razas tan distintas como los habitantes de los hogares que visitaban— les decían que podían llevarlos en ese momento al centro de votación más cercano.

La escena ocurría en Chicago y con seguridad se replicaba en Nevada, Colorado, Ohio, Pennsylvania, Florida. Una gigantesca movilización soportada por miles de jóvenes y adolescentes resultaría horas más tarde en el fenómeno de la multiplicación de los votos más grande en la historia de Estados Unidos.

La de Artemio Arreola es una de esas historias increíbles: llegó hace 18 años después de perder un negocio en Acutzio del Canje, Michoacán y saltó de un empleo a otro como lavaplatos, ayudante de restaurante, obrero de fábrica y conserje de escuela. Estaba cansado de los salarios de hambre y los maltratos hasta que una noche todo cambió. Al día siguiente llegó a la fábrica, comenzó a platicar con sus compañeros y en unos meses se convirtió en organizador sindical.

Ahora es director de la Coalición de Inmigrantes y Refugiados de Chicago que ayer desplazó a 3 mil jóvenes en los barrios de Chicago en una cruzada para llevar a votar a cientos de miles personas identificadas por un propósito: la reforma migratoria.

La primera estación de su viaje fue Cícero, una ciudad de 100 mil personas donde viven 80 mil mexicanos. Después visitó Melrose Park, un barrio de italianos que ha mutado en una comunidad de nuevos latinos, Chicago Lawn, un vecindario de negros, hispanos y europeos y más tarde Bridgeview, donde decenas de mujeres de origen musulmán se paseaban en las calles con las cabezas cubiertas tocando las puertas de los electores.

“No tuve suerte. Fui al barrio vecino que es habitado por ancianos y todos votaron a las seis de la mañana”, decía Hatem Abudayeh, un estadounidense de origen palestino que también participó en la cacería de electores hispanos, árabes, negros y asiáticos. En una puerta cercana se aprestaba a salir en busca de más votantes un grupo compacto compuesto por varios jóvenes de origen chino, mexicano, coreano, filipino y árabe.

“Todos estos adolescentes que están aquí han vivido el drama de la inmigración. Tienen algún padre o tío que ha sido deportado”, dijo Arreola, un pelirrojo alto de 42 años. “Esperamos que Obama dé la cara por los indocumentados con más razón ahora que todo el mundo conoce la historia de la tía Zeituni”, exclamó en referencia a la familiar del candidato demócrata que vive en Estados Unidos a pesar de que un juez rechazó una petición de asilo.

Este 4 de noviembre fue el día culminante de una larga campaña auspiciada por la coalición que dirige Arreola. Invirtió medio millón de dólares para registrar a electores identificados con la reforma migratoria y ayer su misión fue asegurarse que todos salieran a votar. El 80% son latinos pero también hay chinos, árabes y filipinos.

“No podíamos rezagarnos ante la expectativa de que otras minorías salieran a votar en porcentajes históricos”, dijo Arreola, de pie ante una mezquita que ayer sirvió como cuartel de cientos de voluntarios. “Hemos venido a levantar a un gigante dormido. Hoy hablará el voto latino”.

Para él, la cantidad de latinos votantes en la elección presidencial será un arma vital para presionar al nuevo gobierno a aprobar la reforma migratoria. “Si gana Obama y no la aprueba en su primer término, entonces tendrá que enfrentarse a estos jóvenes en la elección de 2012”, advierte Arreola con la vista puesta en Paula, John y Beka: tienen 15 años y ayer fueron parte del ejército que libró la batalla de la multiplicación de los votos.

 

 



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