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El momento de Cristina Kirchner

JOSÉ VALES CORRESPONSAL| El Universal
Martes 03 de julio de 2007
La esposa del presidente argentino lanza su candidatura

BUENOS AIRES.— Su candidatura gozaba de un suspenso que ya no era tal, pero desde que Cristina Fernández de Kirchner, 54 años, abogada, madre de dos hijos y primera dama de la nación, se convirtió en la postulante del oficialismo, inevitablemente el tablero político comenzó a moverse y las reacciones no se hicieron esperar.

Su carrera política como su vida sentimental comenzó en los pasillos de la facultad de Derecho de la Universidad de La Plata a mediados de 1974. Todavía esta hija de un matrimonio de clase media baja, no sospechaba que Néstor, aquel flaquito desaliñado que hablaba con un seseo permanente y que venía desde la fría Santa Cruz, sería su pasaporte a las altas esferas del poder.

Militaba en la Juventud Universitaria Peronista (JUP) al igual que el que en 1975 se convertiría en su esposo, y se refugiaron en Rio Gallegos, capital de Santa Cruz, donde abrieron un estudio de abogados que en poco tiempo los convertiría en millonarios. Al terminar la dictadura, en 1983, los Kirchner ya poseían una fortuna considerable.

Fue en 1989 cuando Kirchner llegó a la alcaldía de esa ciudad, que ella se convirtió en diputada provincial, cargo que retuvo hasta 1995, cuando se convirtió en senadora nacional, cuatro años después que su esposo llegase a la gobernación de la provincia patagónica.

“Siempre fue el otro costado de Néstor. Es imposible pensar un proyecto político sin el uno o sin el otro”, explica uno de los políticos que más conoce a la pareja.

A su esposo suele llamarlo por el apellido, y dicen que son memorables las discusiones políticas que suelen mantener. Testigos de algunas de ellas dicen que “siempre duran hasta que él le pega un grito y le ordena: ‘¡Basta Cristina!’”. Sin embargo, ayer su esposo fue quien la llenó de elogios: “Creemos profundamente en la capacidad superadora que le va a dar Cristina a Argentina... El cambio recién empieza”, dijo ante la sonrisa permanente de la candidata.

Ella suele ser más dura e implacable que su esposo con los opositores y deplora por igual a los periodistas. Obsesiva con el peso y el paso del tiempo, fanática del “Shopping”, las joyas y las primeras marcas. Se sometió a varias cirugías para estar siempre “esplendida”, como suelen definirla aquellos que la admiran.

Cristina no habla y cuando lo hace, dice admirar a Eva Perón y Hillary Clinton, a quien le reconoce “la valentía de una mujer inteligente y contemporánea”. Ahora, el gobierno la apoyará a pie juntillas, a fin de que llegue adonde su amada Evita no pudo llegar y antes de que lo haga, si es que sucede, Hillary.



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