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La balanza en suspenso

JOSÉ VALES . ENVIADO| El Universal
Domingo 04 de junio de 2006

LIMA.- Hoy en las urnas peruanas parece jugarse algo más que el rumbo de los próximos cinco años. De la serie de elecciones de este 2006, la segunda vuelta aquí aparece como la más importante de la región porque ayudará a volcar la balanza hacia uno de los lados de esos dos modelos en pugna que afloraron en Sudamérica desde hace poco más de un mes, cuando el venezolano Hugo Chávez decidió intervenir en las formas -no en el fondo- de la nacionalización de los hidrocarburos bolivianos, que terminó enfrentándolo con Brasil.

Venezuela y Brasil están enfrentados no sólo por sus presidentes -de lo que sobran testimonios de discusiones subidas de tono en las últimas cumbres entre Lula y Chávez-, sino con relación a sus petroleras estatales PDVSA y Petrobras, que se disputan en Bolivia buena parte de las reservas de gas.

Perú también posee módicas reservas gasíferas (13 trillones de metros cúbicos) pero con posibilidades de ampliarlas considerablemente.

No sólo por su ansiado gasoducto sudamericano es que Chávez y su proyecto pusieron los ojos aquí.

Su anhelado liderazgo regional, con el que busca fortalecerse ante Brasil, fue el que lo movió a apoyar con declaraciones y algo más la candidatura de un camarada de armas tan controvertido como Ollanta Humala. El tamaño económico y geográfico de Brasil es ocho veces más el del líder petrolero regional y sólo sumando voluntades como las de Evo Morales, su proyecto podría tener indicios de éxito.

En el camino por conquistar Perú, Chávez se encontró con uno de los políticos más avezados de la región: el ex presidente Alan García, a quien ni su amplio rechazo entre el electorado y en ciertos sectores de poder le provocaron una pérdida de su talento a la hora de hacer política. Rápido de reflejos, García se erigió en el retador de Chávez, golpeándolo ahí donde más le duele: en su controvertida y por momentos inexplicable relación con Estados Unidos y con las empresas petroleras de ese país.

"Aquí se define el futuro inmediato de la región. O se ´bolivarianiza´ o lo que primará será una tendencia más racional, moderna y de una centroizquierda a la altura de los tiempos", resume a EL UNIVERSAL un ex canciller sudamericano que participa de la observación de la OEA en Lima, apasionado por conocer el desenlace.

Mientras Colombia acaba de renovar su alianza con Estados Unidos con la reelección de Álvaro Uribe y después de conocer si se termina de construir ese dique al chavismo en el que se erigió y erigieron los gobiernos de la región a García, o de abrirle las puertas a través de una figura tan sinuosa como Humala, todas las miradas se dirigirán a Ecuador, donde Chávez ya tiene preparada su infantería política para dar la batalla.

Hasta el gobierno del presidente argentino Néstor Kirchner entendió de qué iba la partida. Así como en la primera vuelta apoyó abiertamente a Humala, ahora envió a un senador del oficialista Frente para la Victoria con un mensaje de apoyo a García.

Brasil y Chile no sólo esperan ver a Alan asumiendo el próximo 28 de julio sino que aguardan saber con cuál de los dos candidatos mexicanos, Andrés Manuel López Obrador o Felipe Calderón, pueden estructurar una agenda de intereses comunes que se diferencie de la de Chávez, tal como coincidieron diplomáticos de ambos países en días pasados. "PDVSA y Petrobras también están llamados a enfrentarse", destacó el funcionario brasileño. Por eso hoy en Perú no se juega nada más que una presidencia, "ni el mal menor" o la humalista "nueva política" con muchos políticos viejos (fujimoristas, toledistas, montesinistas), sino el color y el rumbo geopolítico de una región que, hasta aquí, viene desperdiciando una de las mejores coyunturas regionales de toda su historia.



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