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Que nos saquen y ya verán...

Alejandro Torres| El Universal
Martes 02 de mayo de 2006

ATLANTA.- A los hermanos Zúñiga les da mucho coraje que ahora vengan "los gabachos " a decir que los inmigrantes les quitan sus trabajos. "¿Cuándo se ha visto a un gabacho agachado para recoger el tomate, a ver, cuándo?", pregunta Antonio.

Los primos Juan Manuel y José Luis Hernández responden al unísono: "¡Nunca, si son regüevones!", y la carcajada de este grupo de carpinteros originarios de Acámbaro llena el vagón del metro que los lleva desde el noreste al centro de la ciudad.

La mayoría llegó hace cinco años y ninguno cuenta con papeles para trabajar en EU, pero eso no les ha impedido volver a su natal Guanajuato por temporadas y luego cruzar otra vez la frontera para internarse a este país en busca de trabajo. "Hay que cuidar el negocio", dice Antonio Hernández, en alusión a su esposa que se quedó en Acámbaro.

Ayer, los cuatro carpinteros y su amigo Gilberto Pérez (el único que tiene papeles) se dirigían al centro de la ciudad para participar en un mitin en el Capitolio de Georgia y sumar sus voces a las de cientos de inmigrantes que exigen una reforma migratoria justa. El viaje lo hacen, como cada mañana, en metro y camión porque no pueden comprar un automóvil y además no tienen licencias de conducir, pues para tenerla necestian un número de seguridad social que no tienen, porque los indocumentados no existen en el esquema de la burocracia social, aunque sí en la recaudación fiscal.

"¡Nunca, nunca les he pedido nada, y nunca ha gastado el gobierno un centavo en mí porque desde hace 21 años que llegué me mantengo de mi trabajo!", dice Gilberto, de 42 años y oriundo de Maravatío, Michoacán. Es el único que lleva una banderita de EU como sugirieron los organizadores del mitin.

Además de él, los primos Juan Manuel y José Luis Hernández, y casi todos los que acuden a la manifestación visten camisetas blancas para hacer notar el carácter pacifista de la protesta en esta ciudad, donde reina la incertidumbre entre los inmigrantes por una ley que a partir del 1 de julio de 2007 convertirá a cada policía en un agente de migración. Por eso, en el vagón del Metro los carpinteros miden sus posibilidades: "Si la cosa empeora, jalamos pa´ Flórida", anuncia Miguel Ángel.

"Al cabo que trabajo no falta", se ufana Antonio. Gilberto se envalentona y de plano dice: "Es más, que nos saquen y ya verán que al rato van por nosotros, y hasta nos van a tener que pagar pasajes y prestaciones que no nos dan".

"Nunca he visto a un americano ni a uno de color en las cuadrillas del campo, nunca", dice Gilberto, mientras ya enrolla su banderita de EU para preparar su descenso en la siguiente estación del metro que lleva al grupo al Capitolio.



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