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Análisis. Que el recorte no afecte a México

José Luis de la Cruz | El Universal
Lunes 02 de febrero de 2015
Que su gasto se oriente a comprar bienes y servicios de empresas que producen, invierten y emplean en México

El primer ajuste al gasto público llegó, un recorte de 124 mil millones de pesos. Pemex, CFE e infraestructura ferroviaria son los más afectados.

Este fue el primer paso que el gobierno federal tuvo que dar para tratar de mantener equilibradas sus finanzas públicas. Si el precio del petróleo se mantiene por abajo de los 40 dólares seguramente se tendrá que aplicar un nuevo recorte en lo que resta del año.

Algo es seguro, el presupuesto del 2016 será austero, la hacienda pública deberá implementar una profunda reforma administrativa y de cambio en su gestión, los tiempos de bonanza petrolera terminaron y con ello el presupuesto creciente que permitió la supervivencia de gastos y programas ineficaces.

No obstante la relevancia de lo anterior, en estos momentos existe otro aspecto que deberá atenderse con prontitud: los ajustes en finanzas públicas no deben dañar el ya de por sí deteriorado crecimiento económico.

Se debe aprender la lección de la crisis de los años 80, reducir el gasto en inversión, conservar erogaciones poco productivas y no construir nuevas fuentes de crecimiento internos propiciaron el estancamiento crónico que vive la economía mexicana, es prioritario evitar el mismo error.

En la década de los años 80 se vio al comercio exterior como la solución al desequilibrio de deuda pública y de caída del precio del petróleo, hoy no existe dicha opción: nuestro país tiene una apertura comercial con todas las economías más relevantes del mundo, no hay nuevos tratados que puedan potenciar el crecimiento de México, no de la manera que lo hicieron en los años 80 y 90.

Además, salvo Estados Unidos, el mundo desarrollado vive su propia crisis, aun Asia enfrenta una desaceleración que afecta a China y Japón.

La principal opción es interna, el gobierno federal deberá implementar un programa contingente de política económica orientado al fomento de la inversión productiva nacional e internacional, pero privilegiando lo “Hecho en México”, es la única manera de conservar el empleo y evitar que los beneficios del gasto público y privado salgan en un momento que se requiere reactivar a la economía nacional.

No se trata de una política proteccionista, el fomento económico debe orientarse a las empresas productivas y a las que son capaces de impulsar a otras en el país, simplemente es buscar reconstruir los encadenamientos productivos, esos que se descuidaron en las décadas previas.

Se tiene un margen que no es desdeñable, el propio gasto público federal y estatal seguirá siendo considerable, aun con los ajustes a la baja por venir.

El cambio que deben implementar es el de asegurarse que su gasto se oriente a comprar bienes y servicios de empresas que producen, invierten y emplean en México.

También que privilegien a grandes empresas que tengan una mayor vinculación con pequeñas y medianas, con ello los beneficios llegaran a más sectores y regiones del país.

La propuesta no es novedosa, la aplica la mayor economía capitalista en todo el mundo: Estados Unidos.

Existen alternativas, la más directa se encuentra relacionada con el sector energético, ahí no se violan tratados internacionales. El gasto de las entidades federativas es otro mecanismo, tampoco se encuentra restringido por los acuerdos comerciales internacionales.

Sin lugar a dudas las compras de gobierno y el programa de infraestructura son los elementos centrales en donde aún con un gasto público menor se puede crecer con fundamentos internos, con inversión privada nacional y extranjera productiva, no especulativa.

El sector privado es la única fuente de crecimiento ante la disminución del gasto público, es el momento de un Acuerdo Nacional por el Crecimiento de México.

En esencia se tiene menos de un año para construir una alternativa de política económica que inhiba la desaceleración que puede producir la reducción del gasto de gobierno, no hay tiempo que perder.

Director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico



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