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¡A revolucionar la moda!

Gerardo León| El Universal
Sábado 20 de noviembre de 2010
A revolucionar la moda!

CONSCIENTE. Carmen procura utilizar incluso los retazos de sus textiles. (Foto: ARIEL OJEDA EL UNIVERSAL )

Carmen Rion busca la manera de conjuntar en armonía la artesanía regional y el diseño moderno

gerardo.leon@eluniversal.com.mx

Lograr que los textiles típicos mexicanos tomen formas más propositivas, en prendas y objetos decorativos en los que la modernidad y la sofisticación salten a la vista, ha sido uno de los retos más grandes para la diseñadora mexicana Carmen Rion.

Esta creativa es toda una revolucionaria -y no porque traiga el fusil en mano y sombrero de palma-, sino porque ha innovado en la producción de los textiles tradicionales nacionales para crear un concepto muy original.

Carmen ha venido realizando por los últimos cinco años el esfuerzo de reinventar producciones artesanales para que se tornen modernas y atractivas, pero siempre manteniendo la autenticidad, el colorido y las técnicas ancestrales que forman parte de la riqueza cultural de nuestro país.

“Cuando terminé la carrera de Diseño Gráfico quise incursionar en la onda de los textiles tradicionales, hice mi tesis de eso y me clavé mucho en los símbolos, en los bordados sobre los tejidos, en los brocados, en los signos mexicanos que son como una dualidad: siempre encontramos la serpiente de dos cabezas, el venado de dos cabezas...eso llamó mucho mi atención.

“Después me fui a Suiza a hacer una maestría en diseño textil y me involucré con la modernidad, regresé aquí y empecé a hacer mucho diseño textil y gráfico”, narra Rion.

Influenciada por la arquitectura

Para iniciar su labor creativa en la producción textil, decidió visitar al arquitecto Ricardo Legorreta para que la orientara para cumplir sus objetivos.

“Fui a ver a Ricardo Legorreta para preguntarle qué me recomendaba en cuestión de diseño; lo busqué a él porque había trabajado con Mathias Goeritz -a quien admiro mucho-, en sus esculturas del Camino Real y otras cosas. Me latió que Legorreta iba a ser una persona con autoridad que me iba a encaminar de algún modo.

“Finalmente le encantó mi trabajo en los textiles y me encargó hacer las telas para los cubrecamas de un hotel; eso me dio la oportunidad de hacer diseño de telas para otros arquitectos y sus hoteles”, describe la diseñadora.

Posteriormente lanzó varias marcas textiles en las que incluía chales, corbatas e incluso toallas.

Enfocada a este ramo, vendía a gente que fabricaba ropa, y con su hermano -el dueño de la marca Ferrioni-, realizaba algunas alianzas en el mercado.

“Mucho del problema con las telas en México es que tienes que mandar a hacer una gran producción; ese es un lujo que pocos pueden permitirse.

“Un día tuve la suerte de que una persona llegó a mi taller a ofrecerme las cosas que hacía un grupo de mujeres mayas de la región de Zinacantán, en Chiapas; aunque la calidad no era buena, el colorido era bonito”.

Carmen detectó una oportunidad y se lanzó a proponerles trabajar en conjunto; así surgió el tipo de diseño que ahora distingue a su firma.

“Les dije a las artesanas que quería hacer algo con ellas y un año después me invitaron a conocer un taller de diseño en Zinacantán; ahí empecé a mandar hacer algunas cosas para mi colección. Después Fonart intervino e hicimos toda una antología para ellos.

“Sigo trabajando con las artesanas y estamos buscando capacitar a más; con las mujeres de Zinacantán hago muchas cosas ahora, yo llevo los hilos y ellas combinan los colores para crear piezas y textiles únicos”.

Una alianza muy colorida

La diseñadora dice que tuvo mucho tacto para llegar a estas mujeres y convencerlas de crear cosas más modernas. Buscó familiarizarse con sus costumbres, identificarse con su amor por la naturaleza y con la forma en que en equipo logran trabajar con éxito, sin dejar de mantener sus tradiciones.

150 mujeres son las que colaboran con ella en grupos de 10. Sus integrantes son en su mayoría de Zinacantán, aunque hay algunas de San Juan Chamula y otras de San Cristóbal de las Casas, San Andrés Larráinzar y Venustiano Carranza, todas en Chiapas.

“Fue complicada la labor. Me adapté mucho a lo que ellas ya hacen, no es que yo haya llegado a imponer mis ideas, solamente les sugiero algunos cambios; les digo que hay que variar algún diseño, poner esto y quitar lo otro, etcétera. Soy diseñadora textil, no se trata de algo ajeno a mí, su trabajo no es tan distante a lo que yo hacía, sólo que ellas lo hacen en el telar de cintura. Hablamos como iguales y les pago bien”.

Apostar por lo auténtico y la originalidad es una de sus convicciones; para ella es necesario tener un estilo propio sin necesidad de seguir tendencias. “Es difícil describir lo que hago. Mi concepto podría decirse que es alternativo; creo es que es más diseño que moda, no ando tras las tendencias, aunque es inevitable hasta cierto punto seguirlas. Yo lo llamaría un estilo mexicano, alternativo, contemporáneo pero también clásico en cierta forma”.

Diseño coleccionable

Vestidos de noche y de día, blusas, chales, accesorios y un sinfín de piezas integran el trabajo de esta diseñadora tan revolucionaria como creativa que basa sus diseños en el lucimiento textil.

En ocasiones no usa patronaje ni corta las telas, crea siluetas especiales y formas únicas con tan sólo unir un par de piezas terminadas.

“Mucha gente que usa mis cosas no se da cuenta que la tela no está cortada hasta que la analizan y entienden cómo está hecho el vestido; muchas piezas están enteras y unidas en el diseño”.

Crea, por ejemplo, vestidos de novia cuyas telas envuelven el cuerpo de una forma peculiar, lo que logra que estos, así como sus demás creaciones, sean piezas únicas y coleccionables.

Carmen no desperdicia absolutamente nada de sus telas, “le saca jugo al jugo” y recicla los retazos de las que sí corta para crear lienzos parchados que utiliza en otras prendas o accesorios.

Rion ha llegado a traspasar nuestras fronteras, presentando su trabajo en importantes plataformas de moda a escala internacional, como lo fue El Carrousel del Louvre, en París.

“En ese entonces fue muy atinada mi participación porque no había un espacio para presentar moda del estilo de la mía. En Europa el Mexican fashion está súper fuerte porque es una cosa que tiene que ver con la épica, no con la étnica, (me choca esa palabra), es épica por su uso de las fibras naturales y por el comercio con artesanos mexicanos; fue un desfile muy emocionante.

“Los franceses siempre se visten de negro, por lo que les sorprendió mi propuesta; se acercaron a conocerme ingleses, alemanes, italianos y brasileños, pero los franceses casi no”.

Carmen asegura que México lo que necesita es no copiarle a nadie, “esa idea de querer ser lo que no somos no está bien, es inevitable seguir las tendencias, pero debemos procurar tener algo de originalidad”.

 

 



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