aviso-oportuno.com.mx

Suscríbase por internet o llame al 5237-0800




La capital de los nombres raros

El Universal
Domingo 19 de agosto de 2007
Señoras y señores: aquí tenemos a Alí Babá, Burger King, Vick Vapo-rub, Alka Seltzer y Lincoln Stalin, y por allá aparece Blanca Nieves, todos viven en Manabí, Ecuador

MANABÍ, Ecuador (AP).— Chone es un pueblo de aproximadamente 20 mil habitantes de la provincia de Manabí, en el interior de Ecuador, cuyos habitantes tienen los nombres más increíbles del planeta.

En Chone nos presentan al juez Adolfo Hitler Flores de Valgas Alava, que nació el 12 de julio de 1941, en plena Segunda Guerra Mundial. El mismo día, pero a miles de kilómetros de distancia, en Londres, De Gaulle y Churchill firmaban la primera Carta de las Naciones Unidas para evitarle al futuro agresiones a la paz mundial como la que en aquellos meses escenificaba el III Reich.

Pero al juez Adolfo Hitler Flores se le quedó el nombre, aunque en Chone, nadie se atreve a llamarle Hitler, y se queda para sus vecinos en un más discreto Adolfo.

El que haya sido su padre quien decidiera ponerle el nombre completo del genocida lo libra del oprobio. Menos suerte han tenido Hitler Corral, el mecánico, y Hitler Mendoza, el de “allá abajo”.

Chone se vanagloria de ser la cuna de “las mujeres bonitas y los más hombres responsables”. Así reza en las actas y así repiten sus habitantes cada vez que un extranjero pone un pie en su tierra, a unas siete horas en vehículo (por carreteras serpenteantes y algo alejadas de la mano de Dios) de la capital, Quito. Pero también presumen de ser ciudadanos de la capital mundial de los nombres raros.

El padre del juez Adolfo Hitler Flores no hacía más que escuchar en aquellas viejas radios de onda media que un tal Hitler estaba apropiándose de toda Europa. Y no se le ocurrió otra cosa que honrar sus hazañas llamando así al quinto de sus 17 hijos.

Eso, al menos, es lo que piensa el damnificado, Adolfo Hitler Flores de Valgas Alava, puesto que su ingenioso padre ya no está para contarlo.

“Le impresionó que Hitler pudiera reconstruir Alemania después de lo mal que quedó en la Primera Guerra Mundial”, intenta justificar esta víctima onomástica y colateral del führer. Pero no da resultado, y él lo sabe muy bien.

“Claro que no me gusta mi nombre, y pensé cambiarlo porque soy juez y es motivo de guasa, pero le debo un respeto a mi padre”.

Los habitantes de Chone y el más de un millón de la provincia de Manabí, bañada por el Pacífico —agazapadas entre agrestes montañas y caminos laberínticos sus casitas de adobe y caña— lucen en sus carnés de identidad otros nombres increíbles, como Unidad Nacional Centeno, Burger King Herrera, Alí Babá Cárdenas, Vick Vapo-rub Gíler, Conflicto Internacional Loor, Ciempies Pinares, Puro Aguardiente Zambrano...

Basta ojear los directorios telefónicos y los registros civiles de la provincia para verificar la realidad de esta fiebre que impele a los padres manabas a bautizar a sus hijos con copyrights de marca de ropa, coches, perfumes, jarabes, alimentos, equipos o hasta los resultados del fúbol, instituciones...

Los habitantes de Chone recurren también al uso abusivo de diminutivos (Giocondita o Simoncito), apelativos tergiversados (Yoni en vez de Johnny, Guasintong en lugar de Washington); no falta el recurso a los clásicos (Pericles, Homero, Platón, Trajano...) y algunos, incluso, buscan el nombre de sus hijos al otro lado del Telón de acero (Stalin, Lenin...).

Simón Bolívar, Napoleón o Cristóbal Colón Jaramillo pasean por las calles del pueblo, y encantados...

En el directorio también figuran Frank Sinatra o John Kennedy Suárez, este último es el dueño de una ferretería que nació el día del magnicidio en Dallas. El padre de JKS incluso envió una carta a la viuda Jacqueline contándole su ocurrencia. Y la futura señora Onassis le respondió agradecida.

“A campeonatos de nombres raros no nos gana nadie”, se carcajea Wilson Warner Flores de Valgas, sobrino de Hitler. “Conocí a una tal Alka Seltzer. Le pusieron así porque esas pastillas fueron las únicas que aliviaron los dolores de su madre en el parto”. Después, recita de corrido los nombres de los más egregios vecinos de Chone: Arcángel Gabriel Salvador, Blanca Nieves Vera, Land Rover García... o Tranquilino Loor, conocido como don Tranco y dueño de una tienda de abarrotes. “¿Por qué no me llamaron Juan Carlos?”, bromea.

El nombre viene de un antepasado, pero no siempre le hizo gracia. “No me querían nombrar gerente del Banco de la Vivienda; no creían que me llamara así”.

Pero la historia de la familia Flores de Valgas no ha acabado. Uno de los hermanos de Hitler se llama Querido Ecuador. Vive en una de las comunidades rurales de Flavio Alfaro, un pueblo perdido entre montañas y a una hora y media en coche de Chone.

La plaza se asemeja a la de cualquier lugar de la zona: rectangular, con la iglesia en medio y alguno que otro puesto callejero donde se sirven colas (refrescos), cervezas, empanadas de yuca o sánduches (según reza el cartel).

Don Querido Ecuador, de 69 años, al contrario que su hermano, está encantado con la delirante tradición onomástica del lugar. “Me dicen Mi Querido, Queridísimo, hasta mi amor...”. Tan encantado está que puso a uno de sus hijos Ecuador de segundo nombre. Enfrente está Yuri, protagonista de una novela radiofónica de la época, otra tradición bautismal del pueblo.

A su pequeña le puso Venus Lollobrigida. Dice que nunca tuvo problemas en la escuela. Cómo iba a tenerlos si uno de sus compañeros se llamaba Angel Gaduol Compuesto, como el jarabe. Los inconvenientes vinieron después, cuando quiso pedir un crédito y se lo negaron porque pensaban que su cédula de identidad era falsa.

Y es que lo que ocurre en Manabí no pasa en ningún otro sitio. Es la conclusión a la que ha llegado Enrique Zambrano, director del registro civil de Portoviejo, la capital de la región. Tiene 250 mil habitantes, 70 mil más que la otra gran ciudad de Manabí, Manta, el segundo puerto del país después de Guayaquil.

En el registro reposan las actas de Luz Divina, Ford Chevrolet, Selva Alegre, Oferta Bienleída, Sostenes, Semiencanto, Perfecta Heroína, Everguito Coito, Dumas, Sony, Poderoso Melchor o Juan Ob. (por obispo, porque así se leía en el santoral que inspiró a sus padres). No es fácil encontrar a muchas de estas personas porque ni siquiera nacieron en Portoviejo, sino que sus padres las inscribieron allí porque les quedaba de paso o ya les habían impedido hacer gala de su originalidad en otro registro.

Precisamente en Portoviejo registró Ramón Falconí Yepes a su hijo Rafaye (responde a las dos primeras letras del nombre y los apellidos del padre), después de que se lo impidieran en su ciudad, Jipijapa. ¿Por qué? “Porque decían que no era un nombre”.

Sin embargo, al afectado le encanta cómo suena y tiene claro que su primer hijo se llamará así. “Es original”, argumenta el joven de 25 años mientras cambia un disco en la emisora La voz del sur de Manabí, que dirige su padre. Custodian la sala imágenes de las megaestrellas de la cumbia, bastante ligeritas de ropa.

La singularidad de la familia llega hasta su tío Segundo Ecuador (“mi abuelo pensó que ya había un Ecuador, el país, y su hijo sería el segundo”) y hasta su madre, Blanca Nieves Baque, acostumbrada ya a que le pregunten desde niña dónde dejó a los siete enanitos.

Entre las últimas inscripciones que Zambrano recuerda, figuran las de una niña a la que pusieron Sunami sin t (nacida poco después del huracán que arrasó Indonesia en diciembre de 2003) o Roberto.-. Sí, punto y raya. El director tiene que escribirlo textualmente, intercambiando estupefacciones con los ciudadanos que esperan turno. “El padre me dijo que pusiera eso así y no sabía ni qué decirle”. Zambrano siempre intenta cumplir el artículo 78 de la Ley de Registro Civil, que, desde 1979, obliga a no inscribir más de dos nombres por persona y a evitar palabras “extravagantes, ridículas, que denigren la personalidad o que expresen cosas o nociones”. También prohíbe los diminutivos o los términos que no aclaren el sexo. “Pero muchas veces es imposible hacer entender a la gente, sobre todo a la del campo, que no puede ponerle a su hijo Jesucristo porque a la larga será malo para él”, explica.



Ver más @Univ_Estilos
comentarios
0