Hasta hoy, la neozelandesa Keisha Castle-Hughes, de 16 años, no ha sido invitada al estreno de La Natividad (cinta en la que ella interpreta a la Virgen María) que, por primera vez en la historia de la cinematografía mundial, ocurrirá en el Vaticano el domingo próximo.

Sí asistirán a la premiere, en cambio, los otros miembros del elenco y la directora, Catherine Hardwicke. ¿La supuesta razón? Kate espera un hijo de su novio, Bradley Hull, con quien lleva tres años de relación.

Ni el hecho de haber sido nominada al Oscar cuando tenía 13 años (por su papel en La leyenda de las ballenas) o de ser una actriz excepcional han librado a Keisha de esta pequeña humillación que, por otra parte, suele padecer toda adolescente que se embaraza, fuera del matrimonio, desde luego.

¡Espero un hijo!

El caso de la actriz adolescente nos lleva a los de muchas otras jóvenes que afrontan la misma situación, sin el escudo que pueden significar la fama y el buen ingreso económico.

Según estudios del Consejo Nacional para prevenir la Discriminación (Conapred), en México, la edad promedio de las jovencitas que se embarazan va de los 15 a los 19 años. Pero la actividad sexual empieza más temprano y ahora hay niñas de 13 años que esperan un bebé.