El sol cae a plomo, sin embargo, no aminora el intenso frío derivado de estar a 4 mil 200 metros de altura, en medio de un paisaje de desoladora belleza ubicado a pocos kilómetros de la capital del estado de México. Estamos en el cráter del Nevado de Toluca.

Llegar hasta ahí nos tomó más de una hora en automóvil debido a que el camino es muy angosto y de terracería; sin embargo, todo era parte del juego.

Cuando estuvimos en el cráter encontramos a Fernando Lozano preparándose para sumergirse. Este buzo mexicano le ha puesto un grado más de dificultad a su ya de por sí arriesgado deporte: bucear en las profundidas de los cráteres de las montañas más altas del mundo.

UN GRAN INICIO

¿Cómo fue que empezaste en esta modalidad?

Siendo todavía estudiante universitario, un 31 de diciembre llegué al cráter del Nevado de Toluca y se me ocurrió que podría zambullirme en la laguna. Venía acompañado de mi instructor de buceo y de otros compañeros con quienes iniciamos esta fascinante experiencia del buceo de altura, una variedad apta sólo para expertos.

Recuerda que aquel día todo estaba completamente nevado y el agua estaba bajo cero.

"Al salir a la superficie me entró tal estado de euforia que me quité mi traje de neopreno para enjuagarlo, quedándome tan sólo en traje de baño ante la mirada azorada de un excursionista enfundado en un grueso anorak (chamarra), quien seguramente pensó que yo estaba completamente loco."

EL POPOCATÉPETL, OTRO RETO

A partir de entonces, las inmersiones de Fernando en el Nevado de Toluca se sucedieron repetidas veces, hasta sentirse apto para acometer una empresa de mayor envergadura: bucear a 5 mil 200 metros de altitud en la laguna del cráter del Popocatépetl, antes que éste hiciera su última erupción.

La expedición de Fernando fue guiada por Ricardo Torres Nava, el experimentado montañista que tiempo después se convirtiera en el primer mexicano en alcanzar la cima del monte Everest.

El arquitecto Lozano permaneció sumergido 20 minutos, utilizando su equipo de buceo y tan sólo un traje de baño, ya que la temperatura del agua alcanzaba los 25 grados centígrados debido a las fumarolas emanadas del fondo de la laguna.

El Popocatépetl resultó una memorable experiencia.