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“Sentimos miedo y tristeza; en la casa todo era un lodazal”

Dinorath Mota Corresponsal| El Universal
Sábado 02 de julio de 2011
Sentimos miedo y tristeza; en la casa todo era un lodazal

APOYO. En el albergue de Transición para Menores en estado de Vulnerabilidad hay 60 personas que fueron forzados a dejar sus casas por la amenazante lluvia. (Foto: DINORATH MOTA EL UNIVERSAL )


PACHUCA

La pobreza y la falta de empleo las hicieron huir de su natal Huayacocotla, Veracruz. Una siguió a otra, son las hermanas Elizabeth y Leodegaria Ramírez Trejo. Llegaron pobres y en unas horas Arlen las dejó en la miseria.

Eran las 15:00 horas y la lluvia no cesaba. “Comenzamos a sentir miedo y mucha tristeza. En la casa ya todo era un lodazal, las láminas no aguantaron y se vinieron abajo. Ni cómo salvar los tres muebles”, relata Elizabeth y sus ojos se humedecen.

Añade: “Entonces vino la alerta de que la represa que se ubica en la parte alta de las colonias podía reventar y nos tuvimos que salir”.

En el albergue de Transición para Menores en estado de Vulnerabilidad hay 60 personas, entre ellas las hermanas Ramírez y sus familias. Los niños corren, ríen y juegan, ahí tienen algo que no siempre hay en sus viviendas: un plato de sopa caliente y un techo seguro.

Leodegaria está embarazada, el jueves durante la contingencia tuvo que ser llevada al hospital. No sólo era la lluvia la que amenazaba, también un parto.

Con nueve meses y a punto de dar a luz, Leo, como le dice su familia, fue revisada y regresada al albergue. Le falta un día para su parto.

“Me siento bien y ahora tengo que cuidar de mis otras hijas”. La niñas, de cuatro, tres y dos años miran a su madre, no quieren que se distraiga, pues esperan que las alimente.

Ambas mujeres viven en la colonia Media Luna, un fraccionamiento irregular, liderado por Edith Ibarra, regidora perredista y dirigente de una organización campesina. Los terrenos no cuentan con los servicios y los conflictos son constantes. “Aquí no tenemos muchas cosas, pero ya es nuestro, antes tenía que rentar por muchos lugares”, señala Elizabeth.

Hace ocho años esta mujer de 39 años y con tres llegó de Veracruz a Hidalgo, huía de la pobreza y de un marido golpeador. Con los años, logró tener como patrimonio un terreno donde apenas cabe una casa de lámina y como únicos muebles un ropero, una pequeña estufa y un televisor, su propiedad más preciada.

“Tengo una televisión chiquita y por eso mi hijo no se quiso venir, prefirió quedarse porque dice que a lo mejor se la robaban”. La ropa y los pocos trastes de cocina quedaron bajo el agua y el lodo, “habrá que comenzar de nuevo”, expresa.

 

 



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