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Niños mayas fomentan su cultura a través de la música

Adriana Varillas/Corresponsal | El Universal
Lunes 16 de mayo de 2011
Pequeños del trío musical Uxben paax buscan dar a conocer la sabiduría de sus antepasados

CANCÚN

Son los futuros guardianes de la cultura maya. Los pequeños herederos de ricas y profundas tradiciones que se resisten a desaparecer ante el avance del mundo moderno que les repliega e invade.

Hablan muy poco español, pero sonríen y juegan como los niños de “verdad” saben hacerlo. Conservan en la mirada y en la risa la inocencia perdida en muchos de los infantes urbanos.

Son Luis Ismael Hau Cupul, Hilario Camaal Mukul y María Paulina Camaal Mukul, las estrellas de un pequeño grupo musical llamado Uxben paax, que significa “La música antigua”.

Difícilmente recuerdan su fecha de nacimiento; saben que tienen 11, 10 y 13 años, respectivamente; coinciden en que les gusta ir a la escuela y en que disfrutan tocar para los turistas que llegan en grupos a visitar su comunidad, habitada por apenas 160 personas, en donde la mayoría se dedica al campo, la elaboración de artesanías y de algunos años para acá al ecoturismo.

Pese a la distancia con el entorno urbano y su influencia, este trío de tímidos infantes sueña con ser futbolistas o actores de telenovela; se mueven al ritmo de Wisin & Yandel, romancean con la música del grupo Brindis y sí, como todo infante, se divierten con las caricaturas que, de vez en vez, les permiten ver en el televisor de algún familiar o miembro del Campamento Hidalgo, su lugar de residencia.

El Campamento Hidalgo es una comunidad indígena conformada lo mismo por casitas de cemento, que por construcciones tradicionales de huano y palma en la selva.

Está localizado geográficamente dentro de Quintana Roo, pero en una zona manejada administrativamente por el gobierno de Yucatán, en el municipio de Valladolid, debido al añejo e inacabable conflicto territorial que subsiste entre ambas entidades, se explica en uno de los módulos informativos colocados en Punta Laguna.

Forma parte de Puerta Verde, una red comunitaria que participa de un circuito ecoturístico respaldado por la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp), conformado por las comunidades de Nuevo Durango, San Ángel, Solferino, Chiquilá, Punta Laguna y Holbox, cuyo objetivo es que sus habitantes aprendan a sacar provecho a sus recursos naturales y sus conocimientos en materia de herbolaria, medicina ancestral e historia.

El lugar se encuentra a unos 40 kilómetros de la zona arqueológica de Tulum y 63 kilómetros al suroeste de Playa del Carmen, corazón de la Riviera Maya.

Es de las comunidades de dicho corredor de las más visitadas, porque expone el mestizaje “más aislado de los mayas”, indican los guías de turistas de Chemax y Ko ‘ox K’in tours.

Está cerca de las áreas protegidas de Yumbalam y a menos de un kilómetro de la Zona de Protección de la Flora y Fauna de Otoch Ma’ax Yetel Kooh.

Entre monos y pulseras

En esta última, llamada en español Casa del mono y la pantera, es lugar favorito de María Paulina, quien suele visitar aquella selva habitada por más de 100 monos “que no muerden, porque ya están acostumbrados a convivir con los turistas”.

La adolescente es la única mujer del grupo musical Uxben paax, actividad que combina con la hechura de pulseras y collares que se venden al doble, al triple o hasta cuatro veces, en la suntuosa e internacional conocida Quinta Avenida, de Playa del Carmen, un sitio que ni siquiera conoce.

También va a la escuela. Sentada y ataviada con su huipil blanco de bordados multicolores, dice a EL UNIVERSAL, que estudia el primer año en la secundaria Vicente Guerrero; que destaca en Matemáticas y que su interés por estudiar radica en aprender el español “para poder decirle a los turistas cuánto cuestan las cosas”.

Eso no evita que juegue a “las escondidas” con sus amigos, en la escuela o en la selva, diversión orquestada por el canto de los pájaros y los sonidos del viento chocando con los árboles.

Sonríe con timidez y, de vez en vez, durante la charla, baja la mirada de ojos profundos de color obscuro, al responder. Su jornada inicia a las siete de la mañana, al levantarse. Desayuna frijoles con huevo y agua simple, pero su platillo favorito es el relleno negro con agua de piña.

A las 14:00 horas, después de salir de la escuela —en donde tiene muchos amigos, “novio, no”— regresa a casa para armar los collares y las pulseras, como le enseñó su tía Elisea, quien durante la conversación, la asiste en la traducción del maya al español. En un día saca 50 pesos cuando la venta es buena y el dinero lo entrega a sus padres, quienes se dedican al campo.

En el grupo musical le corresponde tocar las maracas o el “jobom paax”, un tambor elaborado con piel de venado.

Narra que su tío —Uxman Mukul— es quien le enseña a ella y a los otros niños las canciones tradicionales que dominan y que tocan para la comunidad, pero también para los visitantes.

La niña cuenta que Uxman Mukul recibió la instrucción de su abuelo Basilio —quien murió a los 96 años— de enseñarles a ella y a otros niños a tocar canciones como Yuum Chaax (El Dios de la lluvia), Sak Nikté (La Blanca Flor), Pauikal Kiin (Dios Sol), Yuum K’aax (Dios de la Selva) o Kukul Ka’an… “esa no tiene traducción, nos enseñan para conservar las costumbres de nosotros”.

Aquello no implica que María Paulina carezca de ídolos juveniles modernos. “No tenemos tele, oigo el radio… La Candela. Me gusta Wising & Yandel, también el grupo Brindis”, comenta, al tiempo en que confiesa que le gustaría ser como la cantante Belinda, porque “canta muy bonito”.

Aunque le encantaría ser enfermera, no le desagradaría ser una de las actrices de las telenovelas que ve. Es fan de los dramas televisivos El triunfo del amor y la que ubica como Pancho López” que ve en la tele de su tío. Sin embargo, su programa favorito es Winnie Poo, el osito.

Con ella coincide Luis Ismael Hau Cupul, quien pareciera dueño de los pulmones infantiles más potentes, o al menos, los necesarios para hacer sonar con estruendo y claridad el caracol, instrumento que eligió para usar dentro de Uxben paax.

Luis habla poco español, el suficiente para expresar, con una abierta sonrisa, su admiración por la selección mexicana, su gusto por nadar en los cenotes (pozos de agua dulce), y su desconocimiento sobre los arrecifes de coral.

Cursa el quinto año de primaria y, sin saber por qué, ubica bien al reciente gobernador de Quintana Roo, Roberto Borge, mas no así a Félix González Canto, su antecesor. “Lo he visto en los periódicos, es el gobernador”, indica.

Una vez que se lleva a la boca el caracol que le caracteriza, Luis pareciera otro. Toma aire, arquea la espalda y sopla hacia los cuatro puntos cardinales como marca la ancestral tradición, mientras su tío hace sonar un silbato, Paulina toca esta vez las maracas y el pequeño Hilario, el “tuncul”, tronco de madera hueca, tallado a mano.

“Me gusta recibir a la gente”

Hilario es el más pequeño del trío y, al parecer, el más travieso. Además de ir a la escuela, ayuda a su padre a recoger la madera y el carbón para encender el fuego. Con ojos que brillan con picardía, responde que lo que más le gusta es tocar.

“Me gusta recibir a la gente”, lo mismo que jugar béisbol y voleibol con sus amiguitos, refiere.



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