VERACRUZ

Los márgenes de los ríos en la zona sur de Veracruz desaparecieron. Las líneas que diferenciaban el afluente con la tierra no existen más y todo es una enorme extensión de agua que, literal, “ahogó” viviendas, cultivos y carreteras.

Nuevamente la atención se centra en Tlacotalpan, pequeño poblado Patrimonio Cultural de la Humanidad, que hoy, otra vez en menos de un mes, se encuentra bajo metro y medio de agua, pero lo verdaderamente grave se registra en esas dispersas comunidades rurales que pocos ven o quieren ver.

El sol es esplendoroso en la mayoría del territorio veracruzano, pero el agua proveniente de Chiapas y Oaxaca sigue “ahogando” a miles de personas, comunidades y pequeños centros urbanos. Los seis ríos que atraviesan la región sur no dejan de “vomitar” el agua que se atragantaron por la depresión tropical Matthew.

Los ríos San Juan, Obispo, Tesechoacán, Papaloapan, Hueyapan y Coatzacoalcos no dan tregua. A mediados de agosto devastaron esa misma zona y hoy la historia se repite, pero con mayor fuerza. Suman 150 mil personas desalojadas de sus viviendas en mil 200 comunidades de 92 municipios. Según Fidel Herrera, gobernador de Veracruz, se trata de la mayor evacuación en la historia del estado.

Eso es lo de menos. Sólo basta recorrer amplias zonas afectadas para dimensionar el daño que realizan los ríos de respuesta lenta a los veracruzanos. En kilómetros y kilómetros únicamente hay agua y los techos de humildes viviendas que sobresalen como para no olvidarlas.

Cientos de habitantes de esas comunidades rurales pasan las noches sobre el asfalto de las carreteras que unen al centro con el sur-sureste del país, las cuales están bajo el agua o simplemente se rompieron cual paletas de caramelo.

Viene lo peor

Los campesinos abandonaron sus hogares sólo unos cuantos metros. Sobre las carreteras “cuidan” sus pertenencias que se quedaron en sus humildes casas que yacen hundidas metros hacia el horizonte. Y viene lo peor. Ayer aumentaron el desfogue de las presas Cerro de Oro y Temascal en Oaxaca, cuyas aguas se lanzan como latigazos sobre territorio veracruzano. La Comisión Nacional del Agua alertó de “avenidas” en los principales ríos.

En términos llanos, si se creía que hasta ahí quedaría la nueva inundación se equivocaron. Crecerán más y más los afluentes y se comerán más extensiones de tierras que los veracruzanos creían suyas.

El río Coatzacoalcos tiene una medición superior a las presentadas en las avenidas que se dieron a finales de agosto y principios de septiembre, y representa el segundo máximo histórico luego del registrado en septiembre de 1978.

Mientras, el pequeño poblado de Tlacotalpan, un puerto ribereño colonial español, sigue bajo las aguas del Papaloapan. Cerca de las ocho de la mañana el nivel alcanzaba el metro y medio, y las modestas previsiones señalan que serán tres o cuatro metros en total.

En diciembre de 1998, Tlacotalpan fue nombrado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO debido a su trazo urbano y la arquitectura y edificaciones pertenecientes a los siglos XVIII y XIX. Pero es más que casas y edificaciones. Es cuna del reconocido compositor mexicano Agustín Lara, El Flaco de Oro.

Otra vez sus 500 edificios y monumentos de carácter histórico que le valieron a la ciudad recibir la declaratoria como Patrimonio Cultural de la Humanidad se encuentran sumidos bajos el agua simulando la Atlántida moderna.

Frente al escenario desolador, la ayuda comienza a llegar. Ayer, el director del Fondo Nacional de Desastres Naturales (Fonden), Rubem Hofliger Topete, comprometió la entrega de 120 millones de pesos de apoyo parcial inmediato en los próximos dos días para los sectores educativo, hidráulico, urbano y salud por las afectaciones de eventos climatológicos registrados en la entidad.