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Decían que había miles de muertos

José Luis RuizEnviado| El Universal
Miércoles 29 de septiembre de 2010
Decan que haba miles de muertos

ERROR. Debido a datos de Protección Civil, marinos suspendieron su arribo a Oaxaca. (Foto: RAÚL ESTRELLA EL UNIVERSAL )


jose.ruiz@eluniversal.com.mx

OAXACA.-Eran las cuatro de la mañana cuando sonó el teléfono del gobernador Ulises Ruiz. Del otro lado era la voz de una autoridad de Tlahuitoltepec para avisarle que la comunidad —prácticamente— había sido sepultada por un alud de piedra y lodo.

Le afirmaba que por lo menos 300 casas habían quedado debajo de toneladas de tierra y con ellas, cientos de personas.

En ese momento la alarma estalló. Se comunicó de inmediato con autoridades federales para referir sobre lo que se vislumbraba como una tragedia de grandes proporciones.

A Oaxaca comenzaron a llegar los enviados del gobierno, con el secretario de Gobernación, Francisco Blake Mora al frente, junto con la directora de Protección Civil, Laura Gurza.

La noticia crecía y ya se hablaba de miles de muertos, cuando apenas era medio día. Se sabía que una tormenta tropical alimentada con un frente frío cubría con mantos de agua la zona de la Sierra Mixe, donde está Tlahuitoltepec.

Un plan de acción se activaba para ir en pos del rescate, de aquellos que estarían debajo de toneladas de tierra desgajadas.

Y avanzó el día. Helicópteros de la Marina, de la Fuerza Aérea, de la Policía Federal y del gobierno del Estado se concentraban en el aeropuerto Benito Juárez. Ahí se quedaron. El mal tiempo impidió vuelos sobre Tlahuitoltepec.

Una espesa neblina y chubascos aislados frenaron cualquier plan aéreo para constatar de manera rápida si la tragedia, en efecto, se había apoderado del lugar.

Por tierra, era casi imposible llegar al punto, al del alud. Tres cortes en el camino que conduce a esa comunidad impidieron cualquiera avance de fuerzas de rescate.

Aún así, algunos, muy pocos, lograron llegar a Tlahuitoltepec. En una primera inspección se determinaba que sólo había 11 desaparecidos y cuatro muertos, muy por debajo de lo que ya se hablaba, de lo que se decía, podría ser una de las peores tragedias registradas en el país.

Ya caída la tarde, el secretario de Gobernación, Francisco Blake, y el gobernador de Oaxaca, Ulises Ruiz daban sus cifras en una conferencia conjunta en el aeropuerto de la capital del estado. Coincidentes, los dos, hablaron de un total de 11 desaparecidos.

Antes, los dos habían tratado de llegar a Tlahuitoltepec, en un helicóptero de la Fuerza Aérea al servicio del Estado Mayor Presidencial. No tuvieron éxito y tuvieron que regresar. El cielo cubierto con un grueso manto de neblina les impidió llegar a esa comunidad enclavada en la Sierra Norte del estado.

El estruendo de los helicópteros rugió a lo largo del día. Uno nublado y en ocasiones lluvioso, ninguno de ellos tampoco pudo llegar a Tlahuitoltepec, una comunidad que hoy se encuentra más aislada que nunca del resto del estado.

Aún así, hoy se determinará, tras una evaluación, si la acción se concentrará en la evacuación de comunidades y rancherías cercanas a la comunidad de Tlahuitoltepec.

Se prevé el establecimiento de un plan para mover a más de 30 mil personas hacia lugares más seguros, lejanos de barrancas y laderas.

“En esa zona llueve mucho, el terreno es inestable y podría haber más aludes”, admite Ulises Ruiz. Sabe que la amenaza está viva, que podrían darse nuevos deslaves. “Es mejor actuar, porque puede pasar algo”.

Decenas de rescatistas quedaban varados en un hángar del aeropuerto de esta capital; no pudieron ser enviados hacia la zona donde estaba la anunciada tragedia.

200 más se quedaron en la ciudad de México, hombres y mujeres que habían llegado de Querétaro, Jalisco y de otros puntos para sumarse a las fuerzas de rescate. Se quedaron listos y preparados, pero ya no viajaron, el nivel de la emergencia se había reducido casi al mínimo.

A las 20 horas con 20 minutos en punto, el secretario de Gobernación abordaba un avión del Estado mayor presidencial que lo llevó de regreso a la ciudad de México. Ya no esperó más. No pudo llegar a Tlahuitoltepec como tampoco muchos otros funcionarios.

El gobernador Ruiz comprometió la palabra de estar hoy en el lugar para constatar qué fue lo que pasó y cómo se vive o se sobrevive.



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