VILLANUEVA, Zac.— “Con tal que se queden los militares a vigilar, soy capaz de hacerles unos tamalitos diario”, ofrece decidida la señora Iris.

Esta mujer, de unos 50 años, realiza sus compras en el mercado local al lado de su joven nuera, quien se muestra convencida de que los militares deben permanecer por más tiempo en la comunidad.

Aquí la gente también confía en el santo patrono del pueblo: San Judas Tadeo.

Aun cuando los habitantes de este municipio desconocen con precisión los acuerdos y acciones a los que llegaron las autoridades federales, estatales y locales, hay algo que los tranquiliza: la presencia de elementos del Ejército mexicano, sobre todo, y de agentes policiacos estatales.

Todos han estado “al pie del cañón”, pero se sienten más seguros con “los soldados”, relatan. Doña Iris expresa que “nosotros no sabemos si los delincuentes sean zetas (sicarios a sueldo del cártel del Golfo) o no. Pero mientras son peras o manzanas, mejor ni mencionamos esa letra. Sean o no, no se vale que secuestren ni intimiden a la gente. Con todo esto que ha pasado, aquí y en todo el país, ya nos da miedo salir. Nuestra gente de Estados Unidos tampoco ya viene”.

Y abunda: “Aquí se dicen tantas cosas... Que a esos delincuentes los dejó entrar el gobierno de Amalia (García Medina), otros que el de (Felipe) Calderón y otros hasta que (Ricardo) Monreal. Con eso que son puros políticos, nada bueno se puede esperar. Por eso pedimos al Ejército. Creo que son más de fiar. Todo el mundo se cuadra con ellos y espantan a los maleantes”.

Otros entrevistados que se resisten a hacer declaraciones e identificarse, mencionan que a estas alturas ya no saben si cuidarse de los delincuentes o de los policías.

A la par, habitantes de municipios vecinos, como Jerez, anunciaron que próximamente planean más movilizaciones contra la inseguridad.