LEÓN, Gto.— El gobierno de Guanajuato emitirá una nota de protesta ante el gobierno de Estados Unidos, para que se investigue y esclarezca el homicidio del migrante guanajuatense Luis Eduardo Ramírez Zavala, asesinado a palos por un grupo de adolescentes anglosajones en el estado de Pensilvania, por cuestiones raciales.

La víctima, de 25 años, era originario del municipio de Acámbaro, al sur del estado.

Su esposa Cristal Dillman pidió a las autoridades locales justicia para ella y para sus tres hijos, informó el subsecretario de Desarrollo Social del estado, Luis Vargas Gutiérrez.

Luis Eduardo Ramírez Zavala fue atacado a palos hace un par de semanas en la localidad de Shenandoah, Pensilvania en presencia de otro mexicano, quien no pudo evitar la agresión.

De acuerdo con la información difundida en el portal de internet de la organización Democracy Now, cuando un amigo del guanajuatense trató de ayudarlo, uno de los agresores le advirtió: “Dile a tus amigos mexicanos que se vayan de acá, o tú quedarás igual”.

Dicha asociación hace hincapié en que el guanajuatense fue brutalmente golpeado por cuestiones raciales, por los seis jóvenes anglosajones.

El subsecretario de Desarrollo Social del estado de Guanajuato dio a conocer que el cuerpo del migrante fue entregado el jueves pasado a su familia en Acámbaro y fue sepultado en el panteón municipal de su tierra natal.

Ahora, agregó el funcionario, se elabora una carta en la que el gobierno de Guanajuato pedirá el consulado de México en el estado de Pensilvania, que recabe información y solicite a las autoridades de aquel país que determinen si se trató de un crimen por cuestiones raciales.

El funcionario estatal dijo que se espera que el gobierno mexicano haga una reclamación en cuanto a los hechos.

Agresiones contra migrantes

Se debe establecer si efectivamente se trató de un crimen de odio, para que se haga justicia, como reclaman los familiares de Luis Eduardo Ramírez Zavala. “El homicidio no puede quedar impune”, puntualizó.

En junio de 2006, en un hecho clasificado como un “crimen de odio” por la policía, dos mexicanos inmigrantes fueron golpeados por cuatro adolescentes americanos en Nueva York. Los despojaron de su dinero, les gritaron insultos racistas y los acusaron de “robar los empleos de los estadounidenses”.

En septiembre de 2000, los mexicanos Israel Pérez, de 19 años, y Magdaleno Esquilín, de 28 años, fueron golpeados por al menos cinco jóvenes estadounidenses en una calle de Suffolk, mientras esperaban a ser contratados para trabajar como albañiles por un día.