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Los roban en Juchitán tras recibir paliza

Alberto López Morales| El Universal
Martes 08 de abril de 2008
Centroamericanos caminaron tres días luego de la agresión policiaca

CIUDAD IXTEPEC, Oax.— Después de “la brutal golpiza” que recibieron por parte de los marinos, la hondureña Eva Serrato caminó durante tres días a lo largo de la vía ferroviaria y terminó con los pies ensangrentados y las uñas despedazadas.

“Fue un momento de terror que vivimos. Tuve miedo de morir”, agregó esa menudita mujer de 26 años, al recordar el violento operativo que realizaron agentes del Instituto Nacional de Migración (INM) y los marinos en Las Palmas, Niltepec, el pasado 31 de marzo. Ella llegó al Albergue del Migrante de esta ciudad, acompañada del guatemalteco Michel José Lemus Aguilar, un soldador que quiere llegar a Nueva York, donde es esperado por sus familiares.

Mientras ambos se recuperan de los golpes, narraron que tras salir a las nueve de la mañana del 31 de marzo de Arriaga, Chiapas, nunca esperaron “tanta saña y brutalidad”.

Partieron de Chiapas

Viajaban alrededor de 600 indocumentados en el ferrocarril. Cerca de las 17 horas, los agentes de Migración pararon el tren en Las Palmas y ahí empezó “el horror”, recordó Michel. “Yo quería salvar a mi amiga Ema Noemí, pero me tiraron el leñazo en la espalda y me gritaron ‘¡deja a la vieja y lárgate, puto!’”, acusó.

“Eran 100 marinos, todos con sus armas y palos en las manos. Como pude salté del tren y corrí al monte, pero escuché los gritos de mucha gente que pedían que ya no les pegaran. ‘¡No me peguen, duele! ¡No golpeen!’, decían todos”, narró. Con las manos y la espalda cubierta de moretones y la piel rasgada por las espinas de la maleza, Michel José indicó que “ahí, en la golpiza perdí a mi medio hermano, Néstor Castellanos. Creo que fue detenido”.

Eva Serrato, recordó que en medio de la golpiza “una mujer de Migración, con un radio en la mano, se dio cuenta que venía un fotógrafo y ordenaba que lo tumbaran del tren. ‘Tumben a ese fotógrafo y quítenle la cámara’”.

Ahí, el fotógrafo de una publicación de Minesota, identificado como Irineo Mújica Arzate, forcejó con los marinos y logró salvar la cámara fotográfica. “Ahí estaban las pruebas de la violencia que usaron contra nosotros”, señaló. “Fueron 25 minutos de terror, entre sacudirse los golpes y correr”, añadió Serrato, quien dijo que los marinos persiguieron a los migrantes hasta las casas del poblado de Las Palmas.

“Aquí no entren, aquí es propiedad privada”, gritaban las mujeres de la comunidad, mientras otras les decían: ‘¡corran al monte, corran!’”. Cuatro horas después, cerca de las 21 horas, “salimos de la maleza y regresamos a las casas en Las Palmas”. Aproximadamente, 200 indocumentados se refugiaron y durmieron esa noche en los patios de las viviendas en Las Palmas.

“Una señora muy buena nos dio agua, café, panes, huevos y unos mangos”, recordó Lemus.

Lo único que habían desayunado en la Casa del Migrante Hogar de Misericordia de Arriaga, Chiapas, antes de abordar el tren, “fueron unas galletas y café”. Casi 12 horas después, apaleados, mitigaron la sed y el hambre con la ayuda de la población.

El calvario de los migrantes no terminó ahí. Al llegar a Juchitán el miércoles, un grupo de 20 indocumentados se topó “con unos hombres vestidos de paisanos, pero que traían armas” y les pidieron dinero para dejarlos seguir. De ahí, la mayoría de los 200 indocumentados que libraron el aseguramiento siguió su viaje hacia Medias Aguas, Veracruz y de ahí a Tierra Blanca.



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